María Emilia Undurraga Marimón Ministra de Agricultura

A más de un año desde el inicio de la 'pandemia' del COVID19 en Chile, han surgido distintos aprendizajes que nos ayudarán a prevenir y enfrentar de mejor forma hechos de esta naturaleza, como son la responsabilidad del cuidado entre todos, la relevancia del apoyo al emprendimiento y el mejor uso de las herramientas digitales, entre muchos otros.

Desde nuestro sector, la mayor preocupación ha sido visibilizar el rol crítico de la cadena de abastecimiento de alimentos, donde las mujeres han cumplido y cumplirán un papel fundamental, que muchas veces es invisible.

La variedad de rubros en los que se desempeñan las mujeres del mundo rural, desde el desierto hasta la Patagonia, refleja el tesoro de la heterogeneidad de actividades, culturas y paisajes que tenemos como país. Sin embargo, para visibilizar este valor hace falta superar distintas brechas y deudas pendientes.

Distintos organismos internacionales, han insistido en que para generar mayor desarrollo agrícola y reducir la pobreza rural en el mundo, es fundamental reconocer la importancia del trabajo remunerado y no remunerado que realizan las mujeres y proponer políticas que mejoren las relaciones de género en el sector. Si bien, en las últimas décadas, ha habido avances significativos en relación con el acceso a bienes y servicios de la población rural, los habitantes de estos territorios continúan teniendo brechas importantes respecto de empleo, emprendimiento y participación. En términos de educación, por ejemplo, las mujeres rurales tienen en promedio 9,4 años de escolaridad, 2 años menos que las mujeres urbanas. Un reciente estudio de PRODEMU señala que el 77% de las encuestadas piensa que el aporte de las mujeres rurales es poco o nada reconocido.

Para acortar estas brechas, el Minagri seguirá impulsando diversas iniciativas que ayuden a mejorar la calidad de vida, potenciar la producción sustentable, fomentar la asociatividad y el acceso a créditos y mercados, prevenir la violencia contra la mujer, y por sobre todo visibilizar su contribución a la seguridad alimentaria y el desarrollo local, a través de nuestros programas de apoyo a la agricultura familiar y las distintas mesas de colaboración público – privadas, en donde las agricultoras, ganaderas, brigadistas, artesanas, investigadoras, dirigentas, forestales, feriantes, educadoras y tantas otras, se suman a la construcción de un país más justo, sustentable e inclusivo.