(y no es un cliché de viejo)
Tanto ha cambiado que un programa de ayuda social orientado a dar apoyo a adultos mayores pobres y vulnerables pero que viven en sus casas, hoy cuenta con un protocolo de emergencia para sus trabajadores, el que resulta sorprendente.
Deprimente, quizás sería más apropiado decir.
Redactado por alumnos de trabajo social de una universidad, nació en la Región de Valparaíso Interior, en San Felipe, para orientar y dar consejos de seguridad a la dupla psicosocial del Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (PADAM), que visita a una treintena de personas grandes en sus casas. Son mujeres, en su mayoría, que viven en las Cuatro Villas, un extenso barrio, ubicado a la entrada de San Felipe, entre el río Aconcagua y la línea férrea. Se trata de un sector donde imperan la violencia, el narcotráfico, la pobreza y el abandono.
En el documento conviven datos para reaccionar con calma en caso de un terremoto, un maremoto, un aluvión, desgracias naturales tan propias de Chile, a las que ahora se agrega un oscuro listado de imponderables: asalto, funeral narco, balacera.
Y se exponen las conductas recomendables en cada caso. Un ejemplo para la situación de balacera:
“Todos deberán estirarse en el suelo cubriendo su cabeza y tratando de mantener la calma; no mire ni se asome por las ventanas; distraiga a las personas que atendemos, a fin de no generar mayor pánico, entre otras”.
Hoy, los 30 jardines infantiles y salas cuna que tiene Hogar de Cristo en sectores vulnerables de todo Chile, y varios PADAM, disponen de este protocolo. Es como si viviéramos en un territorio comanche, en una zona de guerra.
Y así lo vivió recientemente el equipo del PADAM de Iquique. “Fue en la Jorge”, como se conoce a un amplio sector que colinda con la Zona Franca de Iquique, y que incluye varios pasajes considerados conflictivos, como el Oro, el Cobre y el Salitre, dentro de la población Jorge Inostrosa.
Fue precisamente en un pasaje de “la Jorge”, donde el equipo buscaba a un adulto mayor para invitarlo a un ciclo de talleres, que empezó la balacera. Partió con cuatro balazos. Los vecinos que estaban en la calle se tiraron al suelo, el jefe del programa se subió rápidamente a la van que los trasladaba y el chofer, conocedor del lugar, con calma y temple salió de la zona de peligro. Afortunadamente, el adulto mayor no estaba en su casa ese día.
Chile ha cambiado, sin duda.
El narco, con su sutil extorsión amarga, está instalado entre los más vulnerables, tentándolos, secuestrándolos, privándolos de la tranquilidad y también de la dignidad cuando logra seducirlos. Lo dicen los mayores, Chile ha cambiado… para peor. Y, sin duda, en esta materia aplica el “todo tiempo pasado fue mejor” (o -al menos- sin estos niveles de violencia y crimen organizado que padecemos todos por estos días). .