Durante el día, la ciudad de Valparaíso, tan deteriorada en su condición de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, sigue siendo laboriosa y servicial
Tanto, que es sede del Congreso Nacional, de la Armada y del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Sin embargo, después de medianoche, sus oscuridades se acentúan; y diversas formas de violencia —económica, psicológica, física y sexual— se ensañan contra cientos de mujeres, invisibles en el día, las que viven en situación de calle.
Ser mujer pobre en las calles de Valparaíso es estar expuesta a la exclusión y al abuso, ser visible como objeto y silenciada como ser humano. Y esta negación existencial va desde el resguardo de la intimidad menstrual hasta abortos violentos, prostitución y consumo de pasta base y alcohol como anestésico para cargar con sus cuerpos y sus vidas, patologizadas.
¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus características? ¿Por qué han llegado a esa situación?
La mayoría son jóvenes, más jóvenes que el promedio de los hombres en situación de calle. El 28,8% reconoce que derivó a la calle producto de situaciones de violencia intrafamiliar; el 31,5% había padecido previamente violencia, maltrato o agresiones de parte de su pareja o cónyuge, y el 15,8%, agresiones sexuales.
“Como mujer jamás hay que dormir sola en la calle, siempre hay que pegarse con alguien. Obvio que te arriesgas a ser violada, pero eso es mejor a que te maten los nazis o los narcos. No tener pareja es complicado en la calle. Como a una la ven sola, sin nadie, te tratan mal. Te basurean, se toman un copete y te quieren pescar a la fuerza. Cuando pasa eso, no queda otra que gritar o salir corriendo”, revela Nicole, que vive desde los 12 años en situación de calle.
Para las mujeres sin techo como Nicole, convivir con hombres es la principal estrategia de protección; la clave es arrimarse a uno, aunque también la maltrate.
A pesar de los esfuerzos y la articulación de propuestas en conjunto con autoridades locales, en nuestra región aún no existe ningún tipo de programa público o privado que aplique perspectiva de género para abordar e intentar resolver de manera permanente la vida en calle. Como Hogar de Cristo, sólo tenemos capacidad para acoger a apenas ocho de las 320 mujeres que pernoctan en la región de Valparaíso. ¿Qué pasa con la vida de las otras 312 que siguen en la calle?
A nuestra hospedería de Valparaíso, que es mixta y la única con esta modalidad en la región, llegan visiblemente violentadas, tanto física, psicológica como emocionalmente, pero no tenemos más capacidad que para ocho.
Y son muchas, pero pocos las vemos o muchos, si lo hacen, miran para el lado. Estas cientos de mujeres invisibles merecen ser primera prioridad y para eso es imperativo sacarlas de la calle, aplicando perspectiva de género.