Porque es imposible hacer el bien si uno no se siente bien. Porque es inviable desarrollar la autonomía, la seguridad, la dignidad en otros, si uno no parte por uno mismo.
Uno no puede dar lo que no tiene. Trabajar en un espacio que reconoce mi dignidad como persona, que favorece mi desarrollo como trabajador, madre o padre, jefe o jefa de hogar, ciudadano, es el punto de partida para reconocer y desarrollar la dignidad de otros. Eso es lo que buscamos en todos los programas y espacios del Hogar de Cristo y por eso quisimos someternos al escrutinio de Great Place to Work (GPTW) para evaluar nuestro clima laboral, la satisfacción de nuestros trabajadores, saber cuánto contribuimos a su desarrollo integral, comparándonos con empresas de naturaleza muy distinta a la nuestra.
Hasta ahora nos medíamos con nosotros mismos año a año, porque pensábamos que éramos muy distintos a las demás empresas.
Es cierto: somos una fundación sin fines de lucro, empeñada en mejorar la vida de personas que viven en pobreza y exclusión, una institución del tercer sector, donde quienes trabajamos en ella lo hacemos a sabiendas de que nunca vamos a obtener y poder ofrecer rentas equivalentes a las de una minera o de una entidad financiera.
Sin embargo, quienes trabajamos en el Hogar de Cristo, equipos de trato directo, educadoras, terapeutas ocupacionales, kinesiólogas, ten, enfermeras, trabajadoras sociales, contadores, sicólogas, profesoras, abogadas, ingenieras —hablo en femenino pues el 80%del Hogar de Cristo son mujeres— lo hacemos, aunque parezca ingenuo decirlo, por una profunda vocación social. Cuando el Hogar de Cristo, cuando Súmate, cuando la fundación Emplea, logran sus objetivos de integrar en la sociedad a las personas que participan de nuestros programas, cada uno de nosotros, trabajadores y trabajadoras, estamos cumpliendo nuestros objetivos de vida: crecemos profesional, personal y humanamente.
Como decía Alberto Hurtado:
“Trabajar en condiciones humanas es bello y produce alegría”, más cuando “la palabra trabajo es no solo un medio para ganarse la vida, sino una colaboración social”.
El décimo segundo lugar entre las mejores empresas para trabajar en Chile, en la categoría con más de mil trabajadores que obtuvimos la semana pasada, es un tremendo logro que nos emociona y enorgullece; también es una oportunidad de agradecer el compromiso de las trabajadoras y trabajadores, de los sindicatos y voluntarios, de las jefaturas y soportes que conforman esta bellísima institución. De todos quienes hemos tomado la posta de esta caravana solidaria de más de 77 años de historia.
Somos 3.100 personas contratadas, distribuidas en 270 unidades de trabajo, muy distintas unas de otras –desde salas cuna y jardines infantiles hasta residencias de larga estadía, pasando por hospederías para personas en situación de calle, programas terapéuticos para adultos y jóvenes con consumo, escuelas de reingreso para niños y adolescentes excluidos del sistema escolar, por mencionar algunos de nuestros programas. En esos programas participan y cuidamos a más de 33.000 personas en pobreza y exclusión cada año.
Varios de los resultados de la encuesta nos alegran especialmente y hablan por sí solos del tipo de ambiente que respira esta familia Hogar de Cristo. Un 93% de las trabajadoras sienten que son tratadas justamente sin importar su orientación sexual y el 91% siente lo mismo en relación a su género. También nos satisface que el 90% sienta orgullo de trabajar aquí, considere que recibe un buen trato al margen de su posición en la organización y se sienta bien de la manera cómo el Hogar de Cristo contribuye con la comunidad.
¿Por qué estamos en el lugar 12 del GPTW? Porque creemos en lo que hacemos y somos felices haciéndolo.