El mundo del trabajo es complejo, especialmente en lo que dice relación con nuestra interacción con los demás. De ahí que el desarrollo de las habilidades sociales sea un factor muy valorado en las instituciones.

Entre éstas, es muy necesaria la capacidad de transmitir sentimientos y emociones, que no es otra cosa que poder entregar un contenido en directa relación con el mensaje emitido, con la capacidad de captar y sensibilizarse con la realidad y las dificultades de las personas.

Asimismo, es importante trabajar en la capacidad de definir un problema y evaluar soluciones, de modo que podamos reconocer las dificultades de la vida, las aflicciones o complejidades, pero basado en la experiencia, en la relación con otros para aportar soluciones desde la responsabilización y compromiso con uno mismo, con nuestra familia o con nuestra sociedad.

Una tercera habilidad es la negociación, la que sugiere la capacidad de explorar alternativas y soluciones, desde una perspectiva donde lo central es lo colaborativo o la solidaridad.

Hoy corresponde establecer espacios de encuentro, detenernos, transmitir y contagiar. El camino a seguir es la colaboración, el proyecto común, el buen vivir conectados y juntos caminar en la búsqueda de soluciones.