Persona migrante, con discapacidad, en situación de calle. Esta trayectoria de vida marcada además por la pobreza y exclusión.
Como tantas otras que conocemos en profundidad, eso constituye una grave vulneración de los derechos de Milton Domínguez, quien estuvo hasta agosto del año pasado en nuestra hospedería de Iquique, y fue asesinado a golpes la madrugada del 19 de mayo.
Su muerte, con justa razón, ha causado indignación nacional.
En Iquique, nos contó su historia: era técnico en paneles solares e ingresó a Chile como muchas personas lo han hecho últimamente: de manera irregular y buscando una mejor posibilidad para proyectar su vida. En los baños de la residencia de emergencia donde estuvo, en la Plaza Brasil, se contagió de un hongo en un pie. Sin carnet de identidad, no fue atendido a tiempo y finalmente perdió su pierna derecha quedando con esa discapacidad de por vida. “No todos los migrantes somos malos”, nos dijo al tiempo que relataba todos sus esfuerzos por superar la adversidad.
Como Hogar de Cristo condenamos el acto de agresión brutal que terminó con su vida.
Milton no merecía un final así.
En Chile todos los años siguen muriendo personas en situación de calle víctimas de graves vulneraciones a sus derechos: mueren personas mayores a causa del frío y del calor, mueren personas sin atención oportuna de salud, mueren personas víctimas de la violencia, de maltrato y del odio, mueren personas víctimas de nuestra lentitud para ofrecer soluciones y por nuestro olvido e indiferencia.
Por eso insistimos tanto en buscar soluciones reales y permanentes para ofrecerles a las personas en situación de calle que les permitan el derecho a la vida, a la inclusión, a un techo… a vivir con dignidad.