La preocupación por el deterioro que experimentan los océanos de nuestro planeta y sus graves consecuencias para la población mundial nos han reunido bajo la iniciativa del Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, en la Segunda Conferencia “Nuestro Océano”.
Este tema tiene un fundamento en esencia ético y dice relación con preservar la vida en el planeta, tanto de las personas como de las especies que lo habitan. Cerca del 40% de la población mundial vive dentro de los 100 kms. adyacentes a la costa, por lo tanto, adyacentes a los océanos que proveen alimentos para toda la población mundial. Además, son fuente de trabajo para millones de personas vinculadas a la extracción de productos del mar, la preservación, comercialización e industrialización.
Una reflexión ética se orienta, en este caso, hacia algunas obligaciones que estimo deben ser asumidas por los gobiernos y por las sociedades. Una reflexión ética nos exige, impulsar un cambio cultural.
Esto, lejos de ser una posición contraria al desarrollo humano y a la modernización sustentada en avances científicos y tecnológicos, implica gestionar de manera sustentable los ecosistemas marinos y costeros para contribuir a los objetivos de erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos, propuestos en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible.
Pero, el problema de los océanos o de “Nuestro Océano”, como se denominó este encuentro, tiene varias aristas. En primer lugar, la contaminación de los mares, particularmente por el plástico. Según estimaciones, nuestros océanos reciben cada año una cifra cercana a los 8 millones de toneladas de objetos de plásticos, lo que atenta contra la vida de especies marinas y consecuentemente contra la salud de los seres humanos.
En segundo lugar, existe lo que se ha denominado “océano de nadie”, es decir, aquel que se encuentra más allá de las 200 millas náuticas, zona sin normativa de protección y objeto de verdadera depredación.
En tercer lugar, en países como Chile, incluso dentro de las 200 millas de mar territorial, no es infrecuente la pesca ilegal. Otro problema preocupante es la acidificación del océano que se produce por el uso de combustibles fósiles y la fabricación de cemento. Sus efectos dañan corales, moluscos, crustáceos y otras especies de los océanos.
La protección de áreas marinas constituye otra necesidad apremiante. En Chile sólo una parte de su litoral ha sido objeto de protección. No obstante, contamos con dos (ahora 3) Parques Marinos y cinco Reservas Marinas. Las ventajas son evidentes, ya que con una adecuada gestión de las Áreas se garantiza la sostenibilidad de los recursos marinos y los beneficios que ello tiene para la población.
Quisiera reiterar nuestro compromiso estricto con la reciente creación del Parque Marino en las Islas Desventuradas, con el valioso aporte de la ONG Oceana, que agrega alrededor de 300.000 km2 de zonas protegidas. Esta iniciativa implica efectos virtuosos como la protección de valiosas especies de peces arrecifales, de una importante población juvenil de los jureles chilenos y del imponente cazón galludo. Junto a ello, resguarda una importante biomasa de langostas de Juan Fernández, con ejemplares que superan los 8 kilos y por último, de la población de lobo fino de Juan Fernández.
El Congreso Nacional y el Senado en particular han asumido con fuerza la tarea de proteger los océanos en los últimos años. Este 2015 se aprobó la ley que protege los ecosistemas marinos vulnerables y prohíbe la pesca de arrastre en los 117 montes submarinos identificados en nuestro país. Asimismo, el año 2011 se prohibió la práctica del aleteo de tiburones, que ha diezmado la población de esta especie en todo el mundo de manera dramática. Estas son iniciativas de Senadores de la República en colaboración de ONGs como Oceana.
Hemos avanzado, pero no estamos conformes. De manera específica, quisiera llamar la atención e identificar 5 compromisos que creo podemos debatir y compartir:
En primer lugar, coordinación inclusiva y efectiva. La creación de una estructura de gobernanza robusta que integre y coordine los distintos organismos e iniciativas vinculadas a la gestión de los océanos. A nivel local, nacional, regional y mundial existen numerosas instituciones e iniciativas que se ocupan de los temas relacionadas con los océanos. Es preciso establecer vínculos sólidos entre quienes se ocupan directa o indirectamente de los asuntos oceánicos en los diferentes niveles espaciales y jurisdiccionales, de forma eficiente y eficaz, evitando de ese modo las duplicaciones y los conflictos, y asegurándose de que la pesca y la acuicultura están plenamente integradas.
En este sentido se hace necesario potenciar la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), como también es fundamental que se ratifique de forma universal tanto la CONVEMAR como el Acuerdo de Naciones Unidas de 1995 sobre poblaciones de peces (ANUPP), y que se establezcan reuniones periódicas de los Estados parte del ANUPP.
Además, debe existir una acción fuerte y decidida contra la pesca ilegal. Promover la Trazabilidad de las actividades pesqueras y el Control de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada
Para esto, es imperativo solicitar a la Organización Marítima Internacional (OMI) que los requisitos obligatorios de uso de códigos OMI y dispositivos de rastreo ya en operación para los buques de mercancías, se amplíen a todos los buques pesqueros que faenan en alta mar.
Convocar a los "stakeholders" o actores relevantes (públicos y privados) para que trabajen juntos con el fin de establecer una plataforma global de intercambio de información que permita compartirla en tiempo real sobre los buques pesqueros de alta mar y sus actividades con el fin de evitar la pesca ilegal y promover la trazabilidad de las actividades pesqueras.
En tercer lugar, está la extracción minera submarina sustentable. Regular de manera efectiva la extracción de minerales de los fondos marinos para proteger el medio ambiente marino de los efectos que puedan resultar de las actividades mineras, incluidas las de exploración
Necesitamos contar con más capacidad científica y tecnológica en la gestión de los océanos. Una difusión más amplia de las tecnologías adecuadas necesarias para mejorar el conocimiento de los mares y el medio ambiente marino constituye una prioridad, especialmente para los países en desarrollo. Estas tecnologías comprenden sistemas de percepción remota, modelos de simulación, bases de datos y técnicas de análisis de datos en imágenes. También requiere el compartir, a nivel regional, servicios que requieren un alto nivel de inversión, como por ejemplo buques de investigación y sistemas de teleobservación.
Otro tema es la creación de zonas de regeneración libre de pesca industrial, porque si continúa el declive en los océanos y ecosistemas marinos, entonces la comunidad internacional debería considerar la opción de convertir ciertas zonas de la alta mar en zonas de regeneración de ecosistemas marinos en los cuales se prohíba la pesca industrial. El objetivo de esta medida sería contribuir a que las poblaciones de peces sean sostenibles para las generaciones presentes y futuras, así como restablecer de forma equitativa la vida en el océano para garantizar el bienestar de este bien común para beneficio del planeta.
Valoramos la iniciativa del Secretario de Estado Sr. John Kerry, de realizar las Conferencias “Nuestro Océano”, convocando a Gobiernos, ONG y personalidades en un esfuerzo significativo y efectivo para crear conciencia mundial respecto a la importancia de proteger nuestros océanos o mejor dicho “Nuestro Océano”, ya que a través de los océanos la humanidad se relaciona y se integra a la dinámica planetaria que hace posible la vida.
El cuidado de NUESTRO OCÉANO es una necesidad económica, una tarea social y una urgencia medioambiental, pero por sobre todo un imperativo ético.
Como dijo el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si: “El ambiente es un interés en común, que pertenece a todos y con significado para todos”.