Según el estudio “Situación de la matrícula de extranjeros en la educación superior en Chile”, elaborado por el Servicio de Información de Educación Superior (Sies) del Ministerio de Educación, más de 26 mil extranjeros estudiaron en 2015 en Chile, 19.525 cursando algún programa de educación superior y 7.401 como estudiantes de intercambio, donde prácticamente todos (99,5%) llegaron a cursar un semestre en alguna universidad chilena, impulsados, entre otros motivos, por la imagen país proyectada en el exterior o por recomendaciones de pares que participaron de la experiencia en Chile.
Ya se inició el año académico 2017 en la mayoría de las instituciones de educación superior de Chile, las que anualmente reciben a miles de estudiantes extranjeros que escogen nuestro país para venir a estudiar, cifra que va en progresivo aumento. Si bien es una experiencia muy enriquecedora, ella implica un proceso de adaptación que no siempre es fácil de sobrellevar.
Algo que se repite año a año y con tendencia al alza, tal como lo muestra el aumento del 28% de visas para extranjeros que cursaron estudios en Chile el 2016 en comparación al año anterior, y que se refleja ya en los pasillos de las distintas instituciones que organizan las diferentes con motivo del inicio del año académico.
Los beneficios de realizar un intercambio académico en un país extranjero son muchos, desde el crecimiento personal, pasando por la adquisición de otro idioma y nuevos conocimientos culturales, hasta el obtener nuevas capacidades para el currículum. Por lo mismo, aprovechando el centenar de convenios internacionales con los que cuenta la Universidad del Pacífico, 41 estudiantes extranjeros de 9 países se sumaron este 2017 a diversas carreras de la casa de estudios para cursar un semestre académico.
Carlos Córdova, estudiante del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de México, quien se acaba de incorporar a la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad del Pacífico, explica que el intercambio académico es sumamente valioso. “Con el puro hecho de viajar y estar en otros lugares, aprendes. La experiencia de conocer gente es súper enriquecedora y atesorable. Además, el poder complementarlo con la escuela al aprender con un método educativo completamente diferente a lo acostumbrado es emocionante y padre. Pero, aparte de eso, creo que es muy importante hoy en día para tener una competencia laboral mucho más grande a nivel curricular. Es estar un poco más arriba que otras personas que no tienen esta oportunidad”, señala el joven mexicano, quien también ha estudiado en Canadá y Europa.
Una opinión similar tiene Ana Karen Rodríguez, quien también ingresó a la carrera de Diseño Gráfico de la U. del Pacífico y proviene de la Universidad del Estado de México. “Es importante realizar intercambio, porque hoy más que nunca la vida se vive en forma interdisciplinaria. No basta solo lo que aprendes en la Universidad”, asegura.
Las emociones de la nueva experiencia
La lista de bondades que tiene el estudiar en otro país es larga, sin embargo, también implica una demanda emocional que pondrá a prueba al joven mientras cursa su intercambio. “Si bien se puede ser precavido con la preparación y mentalización previa, se debe tener presente que durante el mismo intercambio son varias las emociones que pueden experimentarse. Ello va a depender de factores asociados al alumno, su entorno y la cultura a la que llega. Es frecuente que experimenten emociones distintas a medida que van desenvolviéndose en el nuevo país, que reconocen las costumbres, valores, prácticas y son capaces de incorporarse a la nueva cultura y generar redes de contactos que acompañen y apoyen en el proceso de adaptación”, explica la psicóloga del Departamento de Psicología de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico, Marcela Zubiaguirre.
En general, la profesional plantea que las emociones pasan por un ciclo más o menos conocido. “Es frecuente que en un comienzo estén encantados con la experiencia nueva y también ansiosos por toda la información que deben procesar. Luego, cuando experimentan las primeras dificultades y el choque de sus costumbres con las del país anfitrión, suelen frustrarse y angustiarse. También pueden sentir nostalgia o tristeza por lo que dejaron en su país y verse indefensos al no contar con su red de apoyo frente a problemas. Cuando los alumnos comienzan a desarrollar habilidades para enfrentar las demandas producto del intercambio, cuando se orientan mejor, tienen amigos, sus lugares favoritos y están respondiendo a las demandas académicas, se sienten cómodos, como en casa y satisfechos”, asegura la psicóloga.
Aunque las situaciones verdaderamente problemáticas son la excepción, se debe estar alerta. “Lo esperable es que experimenten diversas emociones, buscando desarrollar recursos para aprovechar la oportunidad y enfrentar los problemas. Si experimentan sentimientos, pensamientos y/o conductas que dificultan en forma importante su proceso de adaptación por algunas semanas, es indispensable pedir ayuda”, precisa la especialista.
Como apoyo a esta adaptación, Zubiaguirre rescata la importancia de las redes sociales. “Va a depender de las características de cada persona, pero en general son de gran ayuda, ya que les permiten visualizar a sus seres queridos, algunos incluso participan de celebraciones vía Skype y pueden hablar todo el tiempo que requieran, a bajo costo”, concluye.