Karla González, jefa de operación social Hogar de Cristo Valparaíso

Si usted no tiene ganas de ver personas durmiendo en la calle, evite las plazas, las escaleras, los paraderos y, en general, cualquier rincón público de Valparaíso. Porque, aunque oficialmente hay dos mil quinientas personas sin hogar en la región —más del doble que en 2017— quienes estamos en terreno sabemos que son varios miles más.

A nivel nacional se habla de 21 mil personas, pero la realidad supera las 40 mil. No es intuición, es experiencia. Casi todos son chilenos: apenas un 1,4% son migrantes. 

Malas noticias para quienes pretenden culpar del problema a los inmigrantes, porque esta pobreza la fabricamos en casa. 

En Valparaíso, el 83% son hombres, el 17% mujeres. Más de mil tienen sobre 50 años. Envejecen en la calle, sin redes, sin atención, sin tregua. En 2024, el 87% no accedió a una cama pública. No porque no quisieran, sino porque no había, o no llegaron, o llegaron tarde. Y la consecuencia fue inmediata: antes de que terminara julio, ocho personas ya habían muerto por hipotermia.

Eso es lo que ocurre cuando los presupuestos se ajustan hacia abajo y las decisiones se toman como si nadie fuera a morir por ellas. Frente a eso, aparece lo que sí funciona: Vivienda Primero

Una estrategia que parte de lo obvio: nadie puede rehacer su vida sin un lugar donde vivir, menos los que no cuentan con papeles, educación, trabajo, salud... Una solución tan evidente, que a muchos todavía les parece casi sospechosa. Pero ya está en marcha: se ha implementado en Valparaíso, Metropolitana, Maule, Biobío y Los Lagos. Y lo hemos visto: el 99% de quienes accedieron a una vivienda lograron dejar la calle.