Tuve la oportunidad, junto a los senadores Juan Pablo Letelier y Alejandro García Huidobro, de concurrir a las últimas elecciones parlamentarias en Venezuela para ver en terreno cómo se llevó a cabo este proceso. Este país vivió un día muy importante en su historia republicana, con una elección parlamentaria que finalmente se realizó de forma pacífica y sin mayores problemas.
Personalmente recorrí muchos locales de votación, pudiendo observar que el ciudadano común votó con calma, tranquilidad y respeto, alejado de todo clima de polarización y de intentos de algunos sectores oficialistas de hacer proselitismo político afuera de algunos locales de votación.
El problema que tenemos en Venezuela, y que generó la alerta de los organismos internacionales, es el contexto en que ocurrieron estas elecciones. Acá se ha competido en una cancha dispareja. Uno ve en los programas de televisión una campaña permanente por parte del gobierno, arengando a sus fuerzas políticas, pidiendo el apoyo para sus candidatos, descalificando brutalmente a la oposición, quienes no tuvieron espacio en los medios para responder a esta ofensiva.
Tengo una opinión clara respecto al actuar del gobierno de dicho país, sobre todo en materia de derechos humanos. En Venezuela se violan los derechos humanos de manera constante, la libertad de prensa y de expresión, tal como lo ha dicho la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha sido cercenada sustancialmente y hay muchos periodistas que están con procesos judiciales, que se sienten amenazados, acosados y violentados para poder ejercer su labor.
Acá hay presos políticos, como Leopoldo López, quien está encarcelado simplemente por ser crítico al gobierno. Esto quedó demostrado con las declaraciones del fiscal Franklin Nieves, quien confesó que se le acusó con pruebas fraudulentas, un hecho inaceptable para cualquier democracia en estado de derecho.
Pero todo cae por su propio peso, y finalmente la sociedad Venezolana acusó recibo de toda esta situación y acudió en masa a los comicios para votar precisamente por los parlamentarios de la oposición al gobierno de Maduro, el MUD, generando una derrota histórica del Chavismo.
La oposición ahora tiene 112 escaños de un total de 167, lo que les permite realizar cambios sustanciales a la constitución, lo que enciende una luz de esperanza para terminar con las injusticias y emparejar la cacha para unas futuras elecciones presidenciales.
Es evidente que en el contexto de una democracia la mejor forma de superar los problemas y desavenencias es mediante el diálogo, y con ello se abre una oportunidad para recuperar la política de los acuerdos. Al respecto, quiero valorar la grandeza y generosidad de los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática, que lejos de buscar una revancha, quieren promover acuerdos que ayuden a fortalecer las instituciones democráticas.
Este resultado además viene a modificar el panorama político regional. Latinoamérica ya no será lo mismo luego del triunfo del MUD en Venezuela y del triunfo de Mauricio Macri en Argentina. La antigua administración del país trasandino era uno de los principales aliados políticos del Chavismo.
Sin este apoyo, y con una crisis económica que mantiene a este país con una inflación de un 200% y un déficit fiscal de un 10% del PIB, lo que disminuye totalmente la influencia económica de Venezuela en países como Bolivia y Ecuador, queda claro que está empezando una nueva etapa en la región, se está forjando un nuevo equilibrio político y social en nuestro continente.