“Otra cosa es con guitarra,” ha dicho el ex alcalde Jorge Castro, invocando un viejo adagio popular de naturaleza conservadora, para referirse a los dos primeros meses del gobierno ciudadano encabezado por Jorge Sharp, en un claro intento por asentar la idea que los efectos de un desastroso gobierno de ocho años —los años que los destinos de Valparaíso fueron regidos por Castro y la UDI— pueden desaparecer en un par de meses.
Y tiene razón el ex alcalde: otra cosa es con guitarra, sobre todo si el instrumento está con las cuerdas cortadas y con perforaciones por todos lados, dada la profunda crisis institucional en la que se encontraba el municipio al momento del cambio de mando como consecuencia de la pésima administración de los gobiernos de Castro, que profundizó y agrandó exponencialmente los errores cometidos en las administraciones anteriores.
Y no hago referencia solamente al enorme déficit municipal, que podría ascender a 20 mil millones de pesos (sin contar el de la Corporación, que fácilmente puede triplicar esta cifra), sino, principalmente, a una entidad que se acostumbró a despilfarrar los recursos públicos que debe administrar la municipalidad con prudencia, eficiencia y eficacia; que renunció a sus facultades fiscalizadoras y reguladoras en la mayoría de los ámbitos de la acción municipal; que entregó a agentes privados, a título de nada, importantes fuentes generadoras de recursos que contribuirían a solventar el gasto municipal; y que externalizó —es decir, entregó también a privados— la ejecución de un sinnúmero de tareas, recargando artificialmente los costos y dejando amarrada a las futuras administraciones, incluyendo a la actual, con contratos de largo aliento, que en algunos casos terminan en el año 2023.
Un ejemplo de despilfarro —y que trascendió a la luz pública— fue el contrato de instalación de las luces navideñas en espacios públicos, que la administración de Castro dejó listo para su firma por 265 millones de pesos y que la nueva administración se negó a aprobar en virtud de tratarse de una licitación que no cumplía con los requisitos básicos que esta acción demanda en cuanto a número de oferentes y oportunidad. El ente público debe procurar la participación de un número relevante de oferentes serios y responsables en la licitación y esta debe hacerse con la anticipación que corresponda. En vez de eso, se pretendía que la nueva administración aprobara una licitación con oferente único y con fecha de adjudicación a mediados de diciembre, esto es, con el municipio de rodillas y las manos cruzadas a la espalda ante la premura de las fiestas navideñas. La negociación directa permitió contratar los servicios de iluminación de las plazas céntricas de la ciudad por solo 13 millones de pesos.
Pero la licitación de las luces navideñas está lejos de ser la única situación que puso a la nueva administración ante escenarios complejos que significaron tomar decisiones con las manos amarradas. También la contratación de las balsas en las que se trasladaron los fuegos artificiales y la renovación de los servicios de telecomunicaciones debieron hacerse en las mismas condiciones, fuera de plazo y/o con los contratos vigentes vencidos, y con un solo oferente fijando los términos del negocio. En la licitación de los servicios de telecomunicaciones se optó por aceptar temporalmente la única propuesta mientras se elaboran nuevas bases técnicas y administrativas que permitan una efectiva competencia entre los oferentes posibles, la mayoría impedida de participar hasta ahora por las barreras a la entrada dispuestas en las bases heredadas de la administración de Castro y que permitían participar en dicha licitación a solo una de las empresas del mercado de telecomunicaciones, provocando un grave daño al interés público del municipio.
La desprolijidad de la administración de Castro en la gestión de recursos públicos quedó también en evidencia en la decisión de cambiar, por parte de la nueva administración, al proveedor de la Farmacia Popular. En enero reciente, el alcalde Jorge Sharp dispuso poner término al contrato con el proveedor privado que operaba con la administración de Castro y su reemplazo por la central estatal CENABAST, lo que ha permitido disminuir los precios de los productos ofertados hasta en un 90% y ampliar su oferta a 1.000 medicamentos.
Sin duda alguna, la dimensión del desafío que asumimos el 6 de diciembre es enorme porque los problemas de Valparaíso son muchos y la mayoría de ellos son graves, porque la ciudad es compleja y está en una condición de postración y abandono que requiere una intervención radical en muchas dimensiones. Destaca el hecho que las medidas adoptadas han contado con el apoyo unánime de los miembros del Consejo Municipal, aunque solo dos de estos reconocen filas en el Movimiento Valparaíso Ciudadano, expresando en general una disposición muy diferente a las diatribas del ex alcalde Castro, con seguridad interesado en alcanzar alguna notoriedad luego de su fracaso electoral de octubre en vista de las parlamentarias que se avecinan.
El municipio deberá perseverar en mejorar la administración de sus recursos y procurar aumentar sus ingresos, a la vez que racionalizar el gasto, con el propósito de mejorar su condición financiera y prestar servicios más eficientes, lo que se hará progresivamente mediante la revisión de cada contrato suscrito por la municipalidad.
Asimismo, la ciudadanía y los agentes económicos públicos y privados deben contribuir a mejorar la calidad de vida de la ciudad. No se puede pretender tener una ciudad limpia si, por ejemplo, los mayores productores de basura no pagan proporcionalmente por los derechos de aseo que corresponden o si las empresas de telecomunicaciones no soterran el cableado que contamina visualmente las principales calles de la ciudad.
Hay claridad en señalar que no existen recetas mágicas para sacar Valparaíso adelante, pero sí la responsabilidad, la eficiencia y la probidad de la gestión municipal contribuyen decisivamente a este objetivo en la aplicación de medidas de corto, mediano y largo plazo orientadas a recuperar Valparaíso. Esto es algo que el ex alcalde Castro no puede omitir antes de vociferar sus injustificados reproches estentóreos, respecto de los cuales la ciudadanía puede estar tranquila pues esta administración continuará avanzando progresivamente en conformidad al mandato que le fue encomendado el 23 de octubre pasado".