Quiero agradecer a los senadores de la Nueva Mayoría, que me han elegido como Presidente del Senado por el período que comienza hoy. Me acompaña como Vicepresidente Jaime Quintana, a quien agradezco su disposición y con quien, estoy seguro realizaremos una buena labor juntos. En especial, quiero valorar a mi bancada del Partido por la Democracia por considerar que soy la persona que los puede representar en esta función. Saludo a los colegas de la oposición, de quienes he recibido apoyo y aliento por este desafío. De la misma manera, reconozco el afecto y aprecio que me demostraron los senadores y senadora independientes, con quienes también espero tener un trabajo fluido en este período.
Asumo este cargo consciente de todas las responsabilidades que ello implica. Estoy seguro de que, junto al apoyo de toda esta Corporación, especialmente de los funcionarios y funcionarias, podremos cumplir la misión para la cual fuimos elegidos: construir de manera participativa leyes para superar la desigualdad y las injusticias que nos afectan como sociedad, así como para profundizar la democracia y nuestra integración al mundo.
Por primera vez desde que recuperamos la democracia, un senador de esta circunscripción asume este cargo en un Congreso Nacional que está en Valparaíso. Un vecino, del Cerro San Juan de Dios, será Presidente del Senado. Espero interpretar a la ciudadanía que me eligió para representar sus intereses, sus sueños y sus aspiraciones, especialmente a los ciudadanos de San Antonio, Casablanca, Valparaíso, Viña del Mar, Concón y de todas las comunas del litoral de los poetas.
Quiero saludar también a mi familia, que me acompaña en este día y que está en la tribuna. Saludo a los representantes de organizaciones ciudadanas, sociales, culturales y deportivas que vinieron de nuestros cerros porteños y viñamarinos a acompañarnos al asumir este desafío; y también a nuestros amigos sanantoninos. Asimismo, de manera especial, quiero saludar a los alcaldes (nombrar a confirmados) que nos acompañan. Muchas gracias por estar hoy aquí. Saludo a los concejales, consejeros regionales y autoridades regionales que nos están acompañando. En particular saludo a intendente de la Región de Valparaíso, Gabriel Aldoney.
Estimados colegas:
Pocas veces, en la historia de nuestra República y de este Senado, nos hemos visto enfrentados a una crisis de legitimidad y confianza tan profunda como la actual, que no sólo ha afectado a esta Corporación, sino también a otras instituciones de nuestra nación.
En el 2015 la crisis afectó a todos los sectores.
A la política y al Congreso Nacional. A algunos empresarios, por graves faltas a la ética. A la Iglesia, por los casos públicamente conocidos y repudiados. A nuestro gobierno, por la baja aprobación de la opinión pública. A sectores de nuestras Fuerzas Armadas, por irregularidades en el uso de los fondos de la ley reservada del cobre. Todos estamos siendo cuestionados.
Nosotros, el poder legislativo, debemos responder por lo que nos corresponde. Tenemos claro que somos cuestionados frente a la ciudadanía y, al mismo tiempo, estamos conscientes de que somos nosotros los responsables de dar una solución.
Por eso valoro lo que ha hecho la saliente mesa del Senado, encabezada por Patricio Walker y Adriana Muñoz, a quienes les correspondió trabajar en leyes de transparencia para los futuros procesos electorales, y además debieron perfeccionar con acciones concretas el trabajo interno de esta Corporación.
Sabemos que las decisiones que tomemos este año y nuestras conductas nos permitirán avanzar hacia la recuperación del diálogo fecundo con la ciudadanía, pero esta no es una tarea para un Presidente solo. Por el contario, es una oportunidad para convocar a todos los integrantes de este hemiciclo a trabajar de manera colectiva, en propuestas bien pensadas que nos permitan generar nuevas confianzas con la ciudadanía. Somos todos nosotros, la Nueva Mayoría, la oposición y los independientes, quienes debemos actuar en esa dirección. Junto con nuestro trabajo en sala o comisiones, debemos escuchar con atención a las personas y tener mayor presencia en terreno.
En estos últimos años, si bien no han sido buenos para los políticos, la política ha continuado haciendo lo suyo.
Será el tiempo, en definitiva, quien juzgará este período. Más allá de aciertos y desaciertos, más allá de los errores cometidos, podemos decir, con orgullo, que en estos dos últimos años hemos contribuido a elaborar leyes que están dando un impulso decisivo para terminar con la desigualdad en nuestro país.
Seremos recordados como aquellos que nos unimos para terminar con la discriminación, permitiendo que chilenos y chilenas del mismo sexo o de distintos sexos pudieran formalizar su vínculo a través de un Acuerdo de Unión Civil.
Aprovecho de saludar a las organizaciones de la diversidad sexual que están aquí, y decirles que estamos dispuestos a seguir avanzado en estas materias.
Seremos recordados como quienes pusieron fin al lucro, el copago y la selección en la educación escolar, lo que hace posible centros educativos que expresen toda la diversidad y la riqueza humana del país. La semana pasada, muchas familias de Chile comenzaron su año escolar con una gran noticia: no habrá más copago.
Seremos recordados porque dimos los primeros pasos hacia la gratuidad en educación superior. Paulatinamente, las familias están dejando de endeudarse para poder asegurar un futuro mejor para sus hijos e hijas. Este año, uno de los desafíos de este senado será legislar para tener una ley definitiva de gratuidad para la educación superior, tanto para las universidades como para los centros de formación técnica e institutos profesionales. Así nos estamos haciendo cargo de una demanda histórica en nuestro país.
Seremos recordados porque terminamos con el binominal y avanzamos hacia un sistema electoral que expresará de mejor manera la diversidad política, permitiendo que más y diferentes miradas de Chile estén representadas en el parlamento y abriendo mayores espacios reales de participación para las mujeres. Además, en las elecciones presidenciales podrán participar los chilenos residentes en el exterior. Cumplimos así con un anhelo largamente postergado.
Y también seremos recordados por haber legislado en favor del 20% de la música chilena y de los artistas nacionales. Me comprometo a constituir, junto a otros parlamentarios, la creación de una Comisión de Cultura del Senado, ya que son muchos los temas que se deben abordar en el corto y largo plazo.
Resulta indispensable abordar el tema constitucional. Así lo reclama la ciudadanía. Y por primera vez en nuestra historia republicana, contaremos con una Constitución nacida de un proceso de participación de todos los actores sociales.
Permítanme mencionar de manera especial la reforma tributaria, por la importancia que tienen tanto sus objetivos como la forma en que la sacamos adelante.
Hay algunos que quieren hacernos creer que la división entre los distintos sectores políticos es siempre insalvable. Sin embargo, en el acuerdo de la reforma tributaria, que me tocó encabezar como Presidente de la Comisión de Hacienda, demostramos que es posible aunar voluntades para derrotar la desigualdad.
Juntos, todos, le dimos a Chile una ley que permite que los chilenos que tienen más contribuyan más al financiamiento permanente de reformas como la gratuidad de la educación superior, la eliminación del copago o un postnatal de seis meses.
No sólo eso. Abrimos la discusión a la ciudadanía, a académicos, a ex ministros, a expertos tributarios, a organizaciones gremiales, a representantes de los trabajadores, a las pequeñas y medianas empresas, a organizaciones del empresariado. Fueron más de 90 personas y grupos los que participaron dando su visión de cómo hacer una reforma estructural. Sobre la base de esa experiencia, estoy convencido de que las leyes deben tener una participación activa de la ciudadanía.
Una mayoría puede llegar a acuerdos con la minoría. El sentido de eso es asegurar que las reformas perduren. Ciertamente, no se trata de ceder en principios ni de dar la espalda a un programa; se trata de tomar decisiones que nos expresen a todos y que se mantengan en el tiempo. Habrá casos en que será necesario hacer valer la mayoría, cuando llegar a un acuerdo signifique desviarse de nuestros ideales.
Chile y el mundo han cambiado. Hoy tenemos la obligación de reflexionar sobre nuestro modelo de desarrollo y determinar cuáles reformas vamos a impulsar para hacemos cargo de las desigualdades aún presentes entre nosotros.
En este 2016 seguiremos consolidando todo aquello que nos permitirá construir una sociedad más igualitaria, cohesionada y solidaria, conforme al programa que planteó la Presidenta Michelle Bachelet al país y que respaldó mayoritariamente la ciudadanía. Esa hoja de ruta no ha variado en lo sustancial.
Junto a las políticas públicas que estamos impulsando También tenemos el desafío de levantar la política.
Avanzamos en el fortalecimiento de la democracia y la transparencia. Cambiamos radicalmente las reglas del financiamiento de la política, para sancionar las malas prácticas incluso con la pérdida del cargo. Otorgamos mayores atribuciones al SERVEL y más obligaciones para tener procesos con mayores controles, que den más seguridad y transparencia.
Asimismo, cambiamos la ley de partidos políticos; y, entre las acciones que deberemos tomar, se encuentra el refichaje de los militantes. Este es un desafío mayor y será, probablemente, una de las tareas más arduas que deberemos enfrentar por la severa desconfianza que existe, originada en diversos factores: Una serie de escándalos que han ido minando un prestigio ya bastante devaluado. Una ciudadanía que no se siente representada por los partidos. Un alto nivel de movilización y participación, pero marcada por la crítica y la desafección hacia los gobiernos, los partidos y las instituciones. La reinscripción de los partidos, por difícil o compleja que sea, constituye una oportunidad para revalidarnos ante la sociedad.
Creo que las leyes de transparencia y probidad que hemos despachado así como las medidas internas que hemos adoptado en el Senado, son un saludable primer paso, pero hay que profundizar más.
Nuestra democracia representativa no alcanza a hacerse cargo de los cambios de nuestra sociedad. Aquella que comenzó su desarrollo a fines del siglo XVIII, con la Revolución Francesa, y que no ha cesado de perfeccionarse desde entonces. Pero hoy enfrentamos condiciones completamente nuevas, con herramientas de participación ciudadana asociadas a nuevas tecnologías. De este modo, la voz de la sociedad se expresa de manera permanente y con mucha más fuerza en cada una de las acciones que realizamos o de las leyes que despachamos.
El ciudadano de hoy es y está mucho más informado. Exige ser considerado en cuanto persona; y, como todos somos iguales en dignidad y derechos, reclama que su opinión se tome en cuenta y dispone de múltiples canales en donde manifestar su aprobación, su descontento y también sus ideas. A ese ciudadano no le basta votar cada cuatro años.
En estas condiciones, tenemos que hacernos cargo no sólo de avanzar hacia un futuro de transparencia, sino que, al mismo tiempo, buscar los medios para afrontar el cambio de época, el cambio de paradigma político y el cambio de exigencias ciudadanas.
Cabe preguntarnos entonces: ¿Qué tipo de instituciones nos van a permitir conducir procesos de participación para procesar las demandas, aportes e inquietudes de los ciudadanos?
Como Senado, debemos y queremos impulsar una discusión que vaya al fondo de nuestras creencias.
¿Creemos siempre en la participación o sólo cuando beneficia a algunos?
¿Confiamos en el aporte permanente que nos puede otorgar la ciudadanía o le abrimos espacios acotados, reducidos y controlados?
¿Creemos que debemos dar cuenta a los ciudadanos en todo momento o sólo cada cuatro u ocho años, cuando nos sometemos nuevamente a la decisión ciudadana?
Creo en un Chile que cree en sus ciudadanos. Por eso, en el marco de la nueva Constitución que estamos discutiendo, debemos considerar mecanismos claros e institucionales para enfrentar crisis como la que hoy estamos viviendo. Creo en un ciudadano a quien se le entregan herramientas para hacer escuchar sus opiniones.
Una de estas herramientas es el establecimiento de Referendums Revocatorios tanto para leyes como para cargos de elección popular. Lo repito, necesitamos considerar Referendums Revocatorios. Esto implica que la ciudadanía tenga las herramientas para derogar o cambiar alguna legislación que haya sido aprobada por el parlamento.
Asimismo, que se considere la posibilidad de llamar a elecciones anticipadas o que él o la Presidenta pueda contar con la facultad de disolver el parlamento. Otras naciones cuentan con este tipo de mecanismos y en esas naciones ni se destruyen los órdenes jurídicos e institucionales, ni colapsan las democracias. Por el contrario, generan una sociedad más participativa y comprometida tanto con lo que se promete y como con lo que se legisla.
Medidas como estas permitirán no sólo más y mejor democracia, sino que inhibirán ciertas conductas. Porque una cosa es perder el escaño por vulnerar la ley electoral y otra cosa, muy distinta, es perder el mismo escaño porque la ciudadanía perdió la confianza en la persona o en la institución en su conjunto.
Necesitamos más democracia y más participación, pero también necesitamos hacernos cargo de los temas que vienen.
Hace 5 años, con este objetivo, este Senado constituyó el Congreso del Futuro, instancia que ha servido para el desarrollo del pensamiento y la reflexión. El Congreso del Futuro atrae a miles de chilenos y ha generado una base de conocimiento y de discusión que nos sitúa en la vanguardia latinoamericana de mirada a lo que viene. Mi compromiso es seguir apoyando esta instancia. Invito a todos a sumarnos a la discusión de los temas que definirán la sociedad mundial en las próximas décadas, tan o más importantes que los problemas del día a día.
Este Senado deberá debatir los grandes temas de la agenda internacional. El papel del Senado es inescapable en este debate. Es la cámara por excelencia para aconsejar al Presidente de la República como conductor de las relaciones internacionales. Debemos ratificar el compromiso de la COP21 para enfrentar el desafío del cambio climático.
Tenemos que repensar nuestra política migratoria, porque Chile y el mundo han cambiado y los flujos de personas son cada vez más frecuentes en el mundo globalizado. La crisis migratoria que afecta hoy a la Unión Europea ha tenido respuestas tanto solidarias como xenófobas. Nuestra historia demuestra que la migración es un fenómeno positivo, y tenemos que acoger esa percepción en una nueva política migratoria nacional y ser actor activo en el debate internacional sobre migración.
Tenemos que definir con claridad la manera en que vamos a establecer una nueva relación con los pueblos originarios, a partir de la diversidad y la riqueza cultural que aportan a la sociedad. Tienen demandas concretas que debemos enfrentar de igual manera, buscando la mejor forma de construir una comunidad más inclusiva, pero a la vez respetuosa de las diferencias. Es hora de reconocer que el tema de los pueblos originarios ha devenido también en un debate de la agenda global y no sólo local o regional.
Este Senado debe definir su aporte a la construcción internacional de una nueva política de drogas, basada en la ciencia, la salud y los derechos humanos, a partir del severo cuestionamiento al tratamiento de este tema en los últimos 50 años.
Tenemos que trabajar una agenda concreta de descentralización, a partir de la próxima elección popular de los actuales intendentes. La diversidad del país y la madurez institucional que hemos alcanzado permite, sin duda, otorgar mayores espacios de autonomía y decisión a nuestros gobiernos regionales.
Debemos concentrarnos en una nueva agenda de productividad y crecimiento, que nos permita alcanzar nuestro crecimiento potencial. Esta tarea debe ser trabajada en conjunto entre el sector público y el sector privado.
Más política. Más decisiones. Más consecuencia. Somos un país capaz de reaccionar. Esta misma criticada clase política ha sido capaz de ponerse mayores exigencias, y lo seguiremos haciendo.
Invito a todos en este Congreso, al gobierno y a la sociedad, a que avancemos en una agenda ambiciosa de contribución ciudadana, directa y participativa.
El desafío es que los ciudadanos sientan que somos accesibles, que los escuchamos, que nos importan sus demandas. Si la política consiste en tomar decisiones, hagámoslo junto a los ciudadanos y no aislados de lo que la gente quiere, anhela y piensa.
Los invito a trabajar con esperanza. Los invito a trabajar con la pasión que todos tenemos en nuestros particulares puntos de vista, pero también entendiendo que esta nueva agenda que nos exige la ciudadanía se logrará sólo con más transparencia y más participación.
El desafío de recuperar la sintonía entre la política, sus instituciones y la gente, es enorme. Este año debiera ser el punto de inflexión para ello. Todos tenemos el desafío de lograr que la gente vuelva a confiar en nuestra capacidad de representarla. Mi esfuerzo como Presidente de esta Corporación será buscar junto a todos y cada uno de los senadores presentes que trabajemos intensamente para concretar la reconquista de una ciudadanía hoy escéptica. Nos corresponde demostrar con hechos qué es la política, en último término, lo que permite construir un Chile mejor.