Hoy, 11 de julio, celebramos el día en que se verificó la segunda independencia nacional, según se dijo hace cuarenta y cinco años. El día en que se promulgó la ley que nos devolvió la plena soberanía sobre el principal recurso natural del que disponemos, el cobre, un mineral que abunda en yacimientos esparcidos desde el norte grande a la zona central
Una riqueza que está en la pampa, en la montaña, en el desierto, pero que, como escribió Pablo Neruda, no sale de la tierra, “sale del pecho humano”; es, agrega el poeta, “parte del hombre, pétalo pesado de su gloria”. El cobre no es cobre hasta que el minero lo saca de la roca y lo trabaja. Por eso es que el cobre no sólo tiene un valor y un significado económico para los chilenos. El cobre es parte de nuestra identidad tanto como ha sido el gran motor de la economía durante décadas. Y lo que hizo el gobierno de Salvador Allende, continuando un proceso que inició el gobierno de Eduardo Frei Montalva, fue consagrar que esa riqueza material y simbólica fuera realmente propiedad de todos los chilenos.
Es, por ello, una fecha de enorme significación, que nos convoca y representa a todos. Por eso quiero destacar, en esta ceremonia, el valor, el peso histórico y la legitimidad que emana de los acuerdos que el Congreso Nacional aprueba con carácter transversal. Todas las fuerzas políticas que concurrían al Senado y a la Cámara de Diputados de la época, aunque estuvieran separadas por enormes diferencias sobre la política y el modelo de desarrollo del país, apoyaron esta ley.
Cuando hay conciencia de la necesidad de cambios profundos, el Congreso Nacional no ha perdido, históricamente, la oportunidad de seguir la ancha corriente de la historia. El tiempo dirá si nosotros, esta generación de parlamentarios, hemos sido igualmente lúcidos.
Tras la nacionalización del cobre, su aporte a la economía nacional creció exponencialmente; y si hasta 1971 era considerado la gran riqueza del país, luego de ese año pasó a ser el principal motor de nuestro desarrollo. Ello fue especialmente notorio cuando, una vez recuperada la democracia, logramos establecer una amplia y profunda red de acuerdos de libre comercio, que nos abrió puertas y facilitó los intercambios en mejores condiciones de precio.
El cobre era y es fundamental para nuestro desarrollo. Por las características de nuestra inserción en la economía internacional, sin embargo, estamos sujetos a variaciones de la demanda y del precio que escapan absolutamente a nuestra capacidad de manejarlas. Así, el cobre atraviesa hoy por un período de baja, que se extenderá todavía, previsiblemente, a lo menos hasta el próximo año. Ello nos conduce a dos reflexiones.
Primero, la necesidad de diversificar nuestra matriz productiva y la necesidad, por lo tanto, de agregar valor a nuestros productos naturales. Lo hemos dicho y repetido en distintos años y en diferentes contextos; pero hoy, ante este ciclo de baja y ante la realidad indiscutible de que estamos más cerca del pleno desarrollo, pero todavía lejos, ese requerimiento es más imperioso y más claro.
Segundo, la necesidad de manejar mejor los fondos que ingresan a través del cobre, para asegurar que este mineral continúe siendo una pieza clave para nuestro desarrollo. En ese sentido, quiero recoger, con entusiasmo, la propuesta del Presidente del Directorio de Codelco, Óscar Landerretche, en cuanto a que los fondos estratégicos militares de la Ley Reservada del Cobre sean reinvertidos en Codelco durante cinco años. Sabemos que Codelco necesita recursos financieros para renovar sus estrategias productivas y darle más vida a yacimientos tan importantes como Chuquicamata. Codelco tiene claro un programa y un diseño para los próximos 20 años. Lo que está planteando Codelco es que eso requiere financiamiento, y la pregunta es ¿qué financiamiento? Para invertir y capitalizar la empresa; para ponerlo en fácil, tiene que crecer Codelco, y requiere recursos.
La pregunta es la siguiente ¿La toma del mercado comercial financiero común, a una tasa de interés alta, y que cuesta más plata devolver el crédito, o usamos los recursos que ya Codelco generó, que están depositados en la Ley Reservada del Cobre, y esos recursos los toma Codelco prestados, a una tasa relativamente inferior, con lo cual ahorra recursos porque paga menos intereses?.
Necesitamos más ciencia y tecnología aplicadas a la minería para mejorar la productividad y rentabilidad de la gran minería del cobre, en un esfuerzo que necesariamente debe ser público y privado; pero, por el peso de Codelco en el sector, el aporte estatal debe ser significativo, para no correr el riesgo de hipotecar el futuro de una riqueza de tan alto valor económico e identitario.