En la actualidad, estamos viviendo un tiempo en que las funciones de los padres, en relación al cuidado y crianza de los hijos, no están claramente predeterminadas como antes, cuando el rol al interior de las familias daba esta responsabilidad en gran parte a la madre, dejando al padre prácticamente solo en su papel de proveedor.
Los niños, incluso desde antes de su nacimiento, presentan múltiples necesidades para su sobrevivencia y bienestar. Y si bien tradicionalmente ha sido la madre la encargada de ofrecer el resguardo nutricional, físico y afectivo, hoy se entiende que es un rol que perfectamente puede cumplir el padre.Pero claramente los tiempos han cambiado. Para la docente de la escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Ximena Montero, lo que hoy prima es el concepto de corresponsabilidad, que ha implicado para el padre un mundo de posibilidades en este rol paternal y, al mismo tiempo, una sobrecarga dada las nuevas demandas. “Muchos padres se ven enfrentados a estas demandas sin tener una preparación previa, por no haber sido parte de un proceso de socialización. Por eso a veces viven esta experiencia sintiéndose solos, desorientados y con temor a equivocarse”, comenta la profesional.
La psicóloga agrega que son variadas las situaciones en las que los padres se ven desafiados. Así sucede con los papás primerizos, los padres que crían solos, aquellos que viven una separación, divorcio o viudez, o los que conforman nuevas relaciones con otras parejas con hijos y deben asumir la adopción de esos niños. “Cada una de estas vivencias tiene su belleza, sus oportunidades y desafíos. Y para esto no hay fórmulas ni recetas, pues es un arte el de amar, y cada padre y cada hijo son artesanos de su propio vínculo y relación”, comenta la especialista.
No obstante Ximena Montero, quien es psicoterapeuta corporal vincular y psicóloga de niños en Fundación Cuerpo y Energía, enuncia algunas ideas con la intención de acompañar y dar luces a los padres.
“Un elemento central en la crianza es la conexión con uno mismo, considerando cuerpo, ideas y emociones como una unidad, para poder entablar sintonía y así atender a las necesidades que los hijos vayan manifestando. Sobre todo en la etapa llamada preverbal, es decir, antes de que los niños puedan hablarnos. En esta etapa los niños son muy vulnerables y dependientes porque no pueden hablarnos de sus necesidades. Por eso, la atención al cuerpo y a la emocionalidad de los pequeños es vital para construir vínculos de apego, confianza y de seguridad, que serán vitales para el resto de su vida, ya que como explica la Dra. Liliana Acero en su libro ‘Psicoterapia Corporal Vincular: género, relaciones terapéuticas y educativas’, las relaciones tempranas son la base de la salud mental”, acota.
En esto, la experta indica que no existe la sintonía total ni la perfección. “Pero si las acciones de cuidado de los niños se hacen con calma, amor y respeto, privilegiando el contacto, la mirada cálida, la mano de caricia y apoyo, la claridad del no protector, todo puede ir bien”, asegura.
Consejos para cada padre
La docente de la escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Ximena Montero, entrega algunos consejos para los padres que cumplen su rol desde diferentes veredas:
- Para los padres que tienen varios hijos y poco tiempo. “Es importante que puedan aprovechar los momentos que se emplean en los hábitos y tareas cotidianas para estar presentes, en contacto, dispuestos para escuchar, responder sus preguntas, interesarse por su mundo de intereses, alegrías y conflictos. Acompañar los retos cotidianos a los que se enfrentan, que van desde aprender a caminar, andar en bicicleta o exponer su primer trabajo en el colegio, son claves para fortalecer un vínculo nutritivo. Pueden hacerlo en grupo, compartiendo estos momentos con los otros hijos, donde cada uno tenga su espacio de participación, su tiempo de espera y su lugar personal. Pero es importante también, cada vez que sea posible, dar un tiempo individual a cada hijo, como espacio para la construcción de un vínculo de intimidad, que reconoce su individualidad”.
- Los padres que crían hijos de otros, ya sea por adopción o por hacer familia con una pareja que trae sus propios hijos. “Esto plantea desafíos diferentes dependiendo de si el padre biológico está o no presente, pues se asocia al lugar que puede ocupar: como padre de crianza o como colaborador de un padre presente. Este es un gran tema que requiere múltiples reflexiones y que puede generar distintas dinámicas: que los niños sientan rechazo a este nuevo compañero de la madre, que lo ‘pongan a prueba’, que lo sientan rival de su padre biológico, quedando con sensaciones de deslealtad si colaboran o generan vínculo, entre otros aspectos. Nuevamente el llamado es al respeto por los procesos que viven los niños y a mantener la paciencia para dar tiempo a la construcción paulatina de un vínculo a partir de la empatía y la comunicación en los pequeños momentos que ofrece la vida cotidiana”.
- Para los padres que crían solos. “Ya sea en tiempo total o parcial, reconocer que los niños tienen necesidades que se satisfacen en el vínculo con el cuidador principal, ya sea padre, madre, abuela, tío, etc. Educar, limpiar, cuidar, nutrir de alimentos, de afecto y de alegría, es posible para un hombre o mujer. ¡Ánimo, que la tarea empieza por la propia casa!”