Cuando una mujer da a luz a un hijo prematuro o enfermo en un recinto hospitalario, el recién nacido generalmente se va directo a una sala aparte, donde permanece bajo estricta observación y con visitas sumamente restringidas, donde al inicio la información es poca y muy técnica para padres que nunca han vivido una situación similar. Allí, el apego inicial entre los padres y su hijo es menor o casi nulo, lo que podría afectar el desarrollo del pequeño y también impactaría a sus progenitores.
Una experta en neonatología explica las consecuencias que tiene para los padres tener un bebé prematuro o con alguna enfermedad que lo obligue a estar hospitalizado. La madre suele sentirse incapaz de cuidar a su hijo, mientras que el apego se debilita.“Desde sus inicios, las Unidades de Neonatología en Chile centraron sus esfuerzos en el desarrollo de aquellos aspectos tecnológicos que permitieran mejorar la sobrevida del recién nacido de alto riesgo, en especial del prematuro extremo. Esto privilegió la formación de unidades cerradas, con estrictas medidas para el control de infecciones, lo que limitó severamente el ingreso de los padres”, explica Patricia Fernández, directora de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad del Pacífico
“Debían usar ropa especial, los horarios de atención eran muy breves, le daban poca importancia a la mujer y la lactancia, y solo podían ingresar los padres. De esta manera, el modelo de atención se centró en el recién nacido y el equipo médico, excluyendo a la familia. Esto condujo a un enorme distanciamiento entre la familia y el recién nacido, tanto sano como enfermo, y la lactancia materna también se dificultaba y era considerada reemplazable por medio de fórmulas lácteas”, apunta Fernández.
En un escenario de creciente tasa de cesáreas y de un decreciente interés en la lactancia materna, se comenzó a estudiar en profundidad el desarrollo infantil. Hoy se comprende que los trastornos mentales son consecuencia de la interacción entre la genética y el medio ambiente, expresados en el desarrollo cerebral. Por ello, la Organización Mundial de la Salud llamó la atención a los profesionales del área sobre las políticas destinadas a la atención del parto y del recién nacido.
De hecho, en 1995 la oficina chilena de UNICEF publicó la Cartilla de Derechos del Niño Hospitalizado, que señala, entre varias temáticas, que el recién nacido tiene derecho al apego al nacer, a permanecer con sus padres día y noche, y a ser amamantado por su madre. Pero, según destaca la especialista, hoy en día el problema continúa en algunas unidades, donde existen horarios de visita y restricción al ingreso de otros familiares o de los hermanos.
“En la actualidad, si el recién nacido requiere ser hospitalizado, queda solo en manos del personal de salud, que continuamente rota en turnos, y auxiliado por monitores y equipos cada vez más sofisticados. La hospitalización significa la mayoría de las veces separar al niño de sus padres, es decir, entregarlo al cuidado de equipos de salud desconocidos, en un ambiente hostil, lleno de ruidos, luces, equipamiento y tecnología desconocida. Los padres tienen sentimientos contradictorios con esto, generando una situación de crisis que el equipo de salud debe saber manejar”, indica la docente de la Universidad del Pacífico.
La soledad del recién nacido
Mientras el bebé se recupera de alguna enfermedad o se estabiliza, los padres suelen preocuparse y experimentar sentimientos negativos, ya que no pueden compartir con su hijo todo lo que quisieran, particularmente cuando el bebé es prematuro y las medidas sanitarias y de seguridad aumentan.
“A los padres de niños prematuros se les separa brusca y precozmente de su hijo. Están solos en un ambiente desconocido, tienen miedo al futuro y se preguntan continuamente si el bebé sobrevivirá. Muchas veces reciben información inadecuada y a la vez se sienten incapaces para cuidarlo o hacer cosas por sus hijos. Sienten que el personal es más diestro para realizar ese cuidado y además no necesariamente se les incluye cuando el niño ya se encuentra estable de su condición de salud”, describe la directora de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad del Pacífico, Patricia Fernández.
La profesional agrega que durante los periodos de separación entre el recién nacido y sus padres, la madre se siente incapaz y poco útil, ya que es el personal médico el que se hace cargo del cuidado del pequeño. “La madre enfoca su atención en la alimentación y siente que el personal del recinto médico cuida mejor a su hijo que ella. Su percepción de incapacidad provoca alteración en la producción de leche, lo que aumenta más ese sentimiento”, describe la experta en neonatología.
Por otro lado, es importante incluir al padre en todos los procesos y darle facilidades para que pueda acompañar a la madre y a su hijo. “Es importante la presencia del padre desde el periodo prenatal y se deben dar facilidades para que acompañe a la madre durante el trabajo de parto y el nacimiento, aunque se trate de una intervención cesárea”, indica la Enfermera Clínica.
Muchas veces cuando la guagua presenta algún tipo de enfermedad o requiere de cuidados especiales por nacer antes de los nueve meses, es el hospital o la clínica la que mantiene apartado al bebé de los padres, pero la especialista en Recién Nacido de Alto Riesgo y Magíster en Salud Pública recalca que se debe avanzar hacia la apertura.
“También las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales deben tener una mayor apertura a la presencia de los padres, con ambientes que les permitan ciertas comodidades, como por ejemplo salas de espera acogedoras, lugares donde los padres puedan descansar, entre otros. El contacto piel a piel del bebé durante la hospitalización y el método canguro durante la hospitalización con el padre y/o la madre es fundamental en la medida que el niño se encuentre en condiciones de realizarlo”, enfatiza.
“Hay que considerar al recién nacido como una persona en constante interacción con el medio, donde su familia será una fuente importante de afectividad, seguridad y relaciones permanentes a través del apego, la lactancia materna, el contacto físico y la estimulación. El deber del equipo de salud es velar para que se puedan llevar a cabo acciones de cuidar efectivamente, a través de un compromiso diario con la familia y el niño enfermo”, indica Patricia Fernández.
“Es importante también realizar prácticas que permitan modificar el ambiente donde está el niño en estas unidades, disminuyendo los ruidos, las luces y usar técnicas de estimulación temprana como masajes, método canguro y otros, que ayudan al desarrollo del recién nacido quien, en muchos casos, permanecerá más de dos meses hospitalizado”, finaliza la directora de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad del Pacífico.