“El maltrato infantil ocurre principalmente en el contexto familiar, por conocidos o los mismos familiares”. Así de categórica es la psicóloga Guila Sosman, docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico.
Y las cifras son espeluznantes. Según la UNICEF, en Chile el 71% de los niños, niñas y adolescentes recibe algún tipo de violencia intrafamiliar, ya sea psicológica o física. En tanto, un 25,9% es víctima de violencia grave, es decir, es amenazado con cuchillos, quemaduras de cigarro y golpizas.
“Hay distintos tipos de maltrato como puede ser la violencia psicológica, física o sexual. Además, hay maneras de maltratar que se relacionan no con acciones sino con omisiones, por ejemplo la negligencia, donde existe falta de cuidado y protección hacia los niños”, aclara la experta.
Consternación ha provocado el caso del pequeño Ángel Márquez, de solo 4 años, quien habría sido asesinado por su madrastra en Molina. Especialista de la Universidad del Pacífico advierte sobre aquellas evidencias de maltrato infantil que nos tendrían que dar una voz de alerta.En este contexto, es importante estar atentos a cualquier signo que nos notifique de algún tipo de maltrato infantil. “Sin embargo, cuando son bebés, nuestros hijos no saben hablar y expresar lo que les sucede, por lo tanto es difícil poder darse cuenta si está sufriendo de algún tipo de vulneración. Dado lo anterior, no existen indicadores que por sí solos nos hablen de maltrato, pero sí nos pueden alertar en caso de que alguna situación perjudicial para nuestro bebé esté ocurriendo”, señala la especialista en atención y evaluación psicológica de personas víctimas de expresiones de violencia y vulneración de derechos.
Por ejemplo, plantea que cuando los niños tienen menos de un año de vida, se comunican principalmente a través del llanto. “Por lo que si percibimos que un bebé llora incesantemente y es muy difícil de consolar, debemos preocuparnos, luego, claro está, de descartar las necesidades básicas como hambre, sueño, etc. Si el niño es muy difícil de calmar o presenta irritabilidad extrema, debemos ver la causa de esto para estar seguros de que no está sufriendo de algún daño”, advierte la psicóloga.
De igual modo, dice que en las guaguas también existen otros indicadores que hay que atender. “Cambios en la coloración de la piel, respiración trabajosa, abundantes temblores o sobresaltos, hipertonía o tono desigual, entre otros. En este sentido, podemos observar que el bebé ante ciertos estímulos sobre reacciona, pudiendo parecernos que es asustadizo o que tiende a evitar la mirada directa de algunas personas, a través del movimiento descontrolado de los ojos o de colocar su cuerpo rígido. Si además estas conductas aparecen especialmente con una persona, hacia quien se observa un especial rechazo, es importante que indaguemos qué puede estar pasando”, recomienda.
Ahora, cuando los niños son un poco mayores, entre 1 y 2 años, hay que observar señales distintas, pero todavía del orden no verbal. “Entre los 1 y 2 años, los niños aún no cuentan con el lenguaje necesario para expresar todo lo que les ocurre, pero lo pueden manifestar a través de conductas de descontrol emocional, como rabietas o llanto sin motivo aparente, miedos injustificados, rechazo o llanto ante cierta persona o lugar y actividad desorganizada. Esto último se relaciona con cambios abruptos de actitud o actividad sin una explicación aparente”, precisa Sosman.
Cuando los niños ya pueden verbalizar y logran decir lo que les ocurre, la docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico explica que, en general, lo hacen con mucho temor y es bueno no culpabilizarlos y creerles inmediatamente lo que nos cuentan. “También puede presentarse ecopresis o enuresis, es decir, dificultades en el control de la orina o el esfínter, además de conductas similares a las mencionadas en etapas anteriores, como es la irritabilidad y el descontrol, sumado a conductas violentas hacia los pares o, por el contrario, aislamiento y sumisión ante los compañeros y otras personas significativas”, agrega.
Las preguntas clave
¿Qué preguntas deben hacer los padres a los niños para indagar la existencia de maltrato? Guila Sosman es clara: “Lo mejor es preguntar de forma tranquila, clara y sencilla, con la menor cantidad de rodeos posibles. Se le puede decir al niño la importancia de confiar en los papás y que deben contar si algo o alguien les produce temor o incomodidad. También es bueno enseñar a los niños a confiar en sus propias sensaciones e intuiciones, y si éstas les advierten de molestia o temor, deben confiar y contarle a sus padres”, indica.
“En este sentido, es fundamental detener la situación de abuso o maltrato que está viviendo el niño y poder manifestarle que no es su culpa, sino que su cuidado está a cargo de los adultos responsables y que son ellos quienes deben garantizar su bienestar”, agrega.
En el caso de los niños que efectivamente han sido sufrido maltrato, la profesora de Psicología de la Universidad del Pacífico dice que los tratamientos más frecuentes son la psicoterapia a nivel individual o familiar de índole reparatoria, que busca restaurar el equilibrio emocional del niño víctima de maltrato.