Llegó la hora. Esta semana es la entrada oficial a clases y el miedo, la ansiedad, el estrés y la angustia ante la separación son sentimientos comunes que se presentan entre los padres que enfrentan la entrada al colegio de su primer hijo.
Para los padres primerizos, el desarrollo de sus hijos es toda una novedad y muchas veces las distintas etapas, sólo por ser nuevas, les producen ciertos estados ansiosos que no saben cómo enfrentar, como es el primer día escolar. Especialista de la Universidad del Pacífico ofrece importantes consejos para preparar a padres e hijos a este importante hito de la vida.“Esos sentimientos se dan por la separación. Porque ir al colegio implica sacar al niño o niña de una situación familiar protegida y contenida al mundo exterior. Lo exterior en este caso es lo distinto y, en térmicos atávicos y muy primitivos, en lo otro y lo diferente está siempre lo malo y lo feo. Entonces da la sensación de que si está conmigo lo puedo proteger de mejor manera que si está en otro lugar que no sea yo”, señala Carmen Gutiérrez, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
En ese contexto nacen una serie de preguntas, dudas y expectación ansiosa. “Si será bueno que vaya a esta edad, si será bueno este colegio, en este horario, si debiese estar yo más tiempo con él, si será capaz de adaptarse o llevarse bien con los demás niños, si la profesora será buena e incluso hasta preguntarse si ´soy un buen padre´, son cosas normales por las que pasan estos papás primerizos”, aclara la psicóloga.
La especialista plantea que esta ansiedad no necesariamente disminuye porque nuestros primeros hijos hayan asistido o no al jardín infantil. “Podría ser que sí, porque de alguna manera se pasó por la experiencia y se conoce cuál podría ser el proceso de adaptación a esta nueva etapa de vida, pero no nos olvidemos que es distinto el jardín infantil en términos de ubicación, de tareas y jornadas de lo que implica un colegio. Entonces, aunque habría una experiencia conocida y familiar, hay otros elementos que lo hacen nuevo, lo que podría generar otros focos de preocupación y de ansiedad”, indica.
Carmen Gutiérrez sugiere que “la mejor manera de enfrentar esta nueva situación es que los padres lo hagan lo más acompañado y conversado posible con sus parejas, dando un espacio de contención, de escucha y de normalidad a todo esto. Y asumir los sentimientos que pudieran pasarles y que fueran complejos y difíciles como parte de un proceso y que, por lo tanto, va a pasar”.
Para la psicóloga, esta manera de comportarse es relevante, ya que si los padres están ansiosos y asustados, la transmisión de seguridad será una mentira. “Lo ideal es que si uno es padre primerizo y los niños irán al colegio por primera vez, hay que asumir que eso que te pasa es muy normal, que es lícito y válido. Por lo tanto, no hay que complicarse con lo que te está pasando y hay que conectarse con ello y, desde ahí, hablarlo lo más honestamente con tu pareja o con tus amigos y familiares, de modo que ellos te ayuden a elaborarlo y procesarlo. Lo peor que te puede pasar es que uno se haga el loco y decirse que no pasa nada, porque eso podría además significar un cierto nivel de presión y tensión”, advierte.
Además, la docente de la U. del Pacífico dice que es importante saber que cada situación o ciclo de vida que el hijo mayor de la familia comienza, también se corresponde con un ciclo de la familia diferente. “Es como una etapa de crecimiento, es decir, así como crece el hijo, supone un crecimiento en la pareja y en la familia en su conjunto. Los padres tienen que también enfrentar nuevas demandas y desafíos. Ya no son los padres de una guagua sino de un niño escolar, lo que implica un reacomodo en la familia y en la pareja. Entonces no es menor y es necesario prepararse para estos ritos de transición y asumir que va a haber una tensión, porque el hijo irá al colegio y también estará dado porque ellos como pareja ya no serán los mismos”, precisa.
¿Cómo manejar la ansiedad para no transmitirla al niño?
En primer lugar, la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, dice que lo peor es hablar con ansiedad. “Si se le habla al niño ansiosamente, más que una medida de precaución, se le estará diciendo que el mundo es un lugar amenazante, hostil y lo más probable es que los niños capten la tonalidad emocional, y eso es lo que queda en ellos más que el contenido. Por lo tanto, lo más sano es hacerse cargo de lo que de verdad nos pasa, contándole lo que me pasa y preguntándole que le pasa a él”, enfatiza.
Dentro de este trabajo de preparación, la especialista comenta que es bueno que los padres conozcan el lugar donde estudiarán sus hijos en forma previa. “Y no sólo ellos, sino que el hijo, porque da más confianza y seguridad, y te evitas el impacto de una situación nueva”, indica.
También es recomendable relacionarse con los profesores, pero advierte que ello dependerá del estilo y modelo pedagógico del lugar de estudios, el que le confiere más o menos participación y espacio a los padres. “Pero sí me parecen importantes cosas básicas como presentarse y plantearles si hay situaciones de vida distintas que está viviendo la familia, como la muerte de una mascota, cambio de casa o cosas con familiares determinadas. Son cosas importantes que deben informarse a los profesores, porque en el caso de los primeros ciclos, forma parte a la adaptación del niño a la vida escolar y ésta se hace cargo en parte del proceso de transición. Entonces, si los profesores están lo más al tanto posible de la realidad del niño, como tener una alergia, o condición celíaca o situaciones de vida que podrían cambiar el ánimo del niño, mientras más informado esté el colegio de esa situaciones, más protegido y acompañado podrá estar”, puntualiza.
Carmen Gutiérrez recomienda finalmente trabajar con los mismos niños su propio proceso de adaptación. “Preguntando cómo les fue, cómo se sintieron, qué cosas pasaron y dándoles espacio si se ponen asustados y nerviosos, verlo como algo que ocurre en forma usual. También nosotros como adultos, cuando hemos vivido situaciones de cambio, incluso cambios positivos, nos generan ansiedad. Ello, porque cualquier situación de cambio de cualquier persona es en sí misma una situación ansiógena. Por lo tanto, pretender que ésta no sea una instancia generadora de ansiedad es iluso”, concluye la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.