Hoy el mundo rinde homenaje al cacao, un rico fruto originario de Mesoamérica y que los pueblos originarios utilizaron para la creación del “Xocolatl”, una bebida que se ofrecía a los dioses y que, tras la Colonia, se introdujo en Europa como “chocolate”.
En ese entonces, el cacao se utilizaba como alimento, como energizante y tónico natural para la protección de enfermedades y como moneda de intercambio comercial.
En efecto, su valor como superalimento se mantiene al día de hoy, pues entrega nutrientes como fibra, proteínas, hidratos de carbono y minerales, favoreciendo la renovación celular y de los tejidos.
Uno de sus principales componentes son los polifenoles, éstos también están presentes, pero en menor cantidad en varios alimentos como frutas, verduras, café, té y vino. Según indica la nutricionista Constanza Díaz, Magíster en Nutrición en Salud Pública y docente de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián,
“Los polifenoles presentes en el cacao, se encuentran con mayor proporción en el chocolate amargo, con un contenido estimado cinco veces mayor que el del chocolate con leche y que el té”.
Dentro de sus beneficios, explica la académica, la evidencia muestra que las personas que consumen una mayor cantidad de cacao tienen niveles más bajos de triglicéridos y de presión arterial. Además, es una excelente alternativa para mejorar la salud cardiovascular, por su alta capacidad antioxidante; contribuye a disminuir los niveles de colesterol, estrés y tensión arterial, y un efecto estimulante debido a la teobromina, que favorece a la composición de serotonina en el organismo.
Las recomendaciones para aprovechar al máximo estos beneficios en invierno, son escoger alimentos que posean un alto porcentaje de cacao, como el chocolate amargo (mayor a 65% de cacao).
“Es preferible evitar chocolates de leche, debido a su alto contenido de grasas saturadas y azúcar, ya que al contrario de ser beneficioso, será factor de riesgo para enfermedades crónicas y pueden favorecer cuadros de acné.”
Otra forma saludable de aprovechar todas su propiedades nutricionales en este invierno es en forma de chocolate caliente, mezclando cacao en polvo sin azúcar con leche descremada o bebidas vegetales y endulzante, a lo que se puede agregar fécula de maíz para dar cremosidad. El porridge de avena, en su versión chocolatosa, también es muy apetecido, indica la nutricionista, y resalta que esta se logra hirviendo avena con cacao amargo en polvo, leche y endulzante a gusto.