Hoy se cumplen 78 años de un encuentro transformador que ha tenido profundas implicancias para cientos de miles de personas en nuestro país.
Me refiero a lo que motivó la creación del Hogar de Cristo: una noche de octubre de 1944, Alberto Hurtado detuvo su marcha ante la mano de un mendigo que hervía en fiebre. Pedía una moneda para costear un albergue donde pasar la noche. A Alberto le pareció ver en su rostro al mismo Cristo sufriente.
Un segundo momento, ocurrió al día siguiente: al comentar esto a un grupo de mujeres que participaban de un retiro. Entre todas ellas surge la idea de construir el Hogar de Cristo. Desde entonces el mismo espíritu de encuentro que quiere transformar personas e instituciones nos sigue inspirando.
¿Cuáles son los nuevos rostros de la pobreza en nuestro país? ¿Qué estamos haciendo en el Hogar de Cristo para atenderlos? ¿Qué Hogar de Cristo para este nuevo Chile?
La pobreza hoy tiene rostro de personas mayores o con discapacidad en sus casas, con crecientes niveles de dependencia, con mucha soledad y abandono por parte de sus familias, pensiones bajas, salud distante. Urge promover iniciativas de reconstrucción del tejido social y acercar las redes disponibles a las personas que las necesitan.
Los jardines infantiles y salas cunas que tenemos en distintas partes de Chile tienen un enfoque comunitario que también a esta labor con rostros de niños en una pobreza muy diferente a aquella a patá pelá que conoció el padre Hurtado.
También tiene la pobreza rostros de jóvenes fuera del sistema escolar. Son cientos de miles quienes pudiendo ir al colegio no lo hacen. Desde la Fundación Súmate, promovemos la modalidad de escuelas de reingreso para que se haga cargo de los excluidos de este derecho humano fundamental, ya que el sistema educativo actual no ha sido capaz de hacerlo.
El rostro de la pobreza que vemos más a diario es el de las personas en situación de calle: con un perfil distinto al de años atrás, incluye ahora no solo a personas que han roto vínculos y sufren distintas patologías de salud mental y las consecuencias del consumo problemático de alcohol y otras drogas, sino también a familias enteras de migrantes de Venezuela y otros países que han llegado con lo puesto. La atención integral a personas en situación de calle es quizás la labor más reconocida del Hogar: junto a las tradicionales hospederías, proyectos revolucionarios como Vivienda Primero nos motivan a seguir innovando, en alianza estrecha con el Estado y otras organizaciones de la sociedad civil.
Este último tiempo estamos enfrentando la inflación, a cuya ausencia nos habíamos acostumbrado. Es este un problema que de un momento ha hecho caer a miles de personas bajo la línea de la pobreza. Y también se ha transformado en un escollo difícil de superar para la gestión del Hogar. Los gastos que no podemos recortar han aumentado muchísimo y los ingresos, ya sea de socios o de convenios con el Estado, no lo han hecho de la misma forma.
En el Hogar de Cristo hemos aprendido que es crucial promover trayectorias de inclusión con perspectiva de egreso entre las personas que atendemos; no queremos transformar las ayudas en asistencialismo que pueda impedir que las personas se pongan de pie por sí mismas.
El Fondo Esperanza, que acaba de cumplir 20 años, promueve el emprendimiento principalmente de mujeres, ofreciendo oportunidades en la forma de créditos y capacitación. La Fundación Emplea ha desarrollado un modelo de intermediación laboral que conecta a personas que buscan trabajo con empresas que lo pueden ofrecer.
Hay mucho por lo que agradecer al celebrar estos 78 años del Hogar de Cristo. Sigamos adelante con la misión de hacer que nuestro querido Chile sea más digno y justo: para ello es bueno promover encuentros y conversaciones como los que dieron comienzo a esta historia. ¡Les invitamos a ello!