Catalina González es una de las mejores deportistas nacionales en Stand Up Paddle (SUP).
Todo un mérito, considerando que entrena casi en solitario y lleva pocos años en esta disciplina, pero ella quiere ir por más y competir a nivel internacional. Ya ha dado varios pasos, aunque hoy la deportista conconina se encuentra en una encrucijada: si no consigue apoyo económico, el futuro se vuelve incierto.
En su currículum deportivo sobresale la participación en el Mundial de Hungría 2021, donde registró su mejor marca personal en 200 metros y quedó a ochenta centésimas de clasificar a la final C. En los próximos meses, los desafíos son grandes ya que en su calendario asoman los Juegos Panamericanos de Surf PASA Games en Panamá (agosto), el Campeonato Mundial de Stand Up Paddling 2022 en Polonia (septiembre) y los Juegos Panamericanos Santiago 2023 (octubre del próximo año).
Eso, sin contar que había logrado clasificar al Mundial de Velocidad de Londres (agosto) en canoa, al que tuvo que renunciar precisamente por temas económicos.
“Quedé clasificada en un selectivo como parte del equipo femenino, pero no iré porque no hay recursos, tengo que hacer más viajes este año y prefiero enfocarme en el SUP, no en la canoa polinésica. Si voy a viajar, que sea en mi deporte porque no tengo el tiempo ni el apoyo para dedicarme a los dos. Me dio lata tener que bajarme de esta competencia, pero ir significaba invertir dos millones de pesos y perder tiempo para prepararme para Polonia.”
La estudiante de Preparador Físico en el Centro de Formación Técnica Santo Tomás Viña del Mar debería ir primero a los PASA Games como parte de un proyecto de la federación nacional, pero en realidad su mente está puesta en Polonia:
“Es el mismo campeonato del año pasado en Hungría, donde hice mi mejor marca y la idea ahora sería meterme en una final ya que el año pasado estuve muy cerca. He ido subiendo mi nivel, soy número uno de Chile y eso lo he logrado prácticamente sola, casi no tengo auspicios y con mi entrenador (el argentino Gabriel Herskovits) trabajo a distancia”.
¿Cómo financia su carrera? Hasta ahora, con el aporte que le entrega la Municipalidad de Concón y otras ayudas que no se traducen necesariamente en dinero.
“Tengo auspicios como nutricionista, gimnasio, kinesiólogo y ese tipo de cosas, pero no es algo monetario. El aporte de la Municipalidad es anual y ya lo usé para pagar la inscripción del Mundial, entonces necesito tener algo más. Antes vendía frutos secos, ropa deportiva, pero me di cuenta que no se puede, es incompatible hacer las dos cosas”, confiesa.
Mientras sigue en busca de auspicios, Catalina trabaja con la marca Caimi & Allen, vende tablas de SUP y hace clases en una escuela que ella misma formó en una asignatura de su carrera. “Se llama Río Mar y hacerla era parte del ramo Proyectos Colaborativos, me fue bien y hasta gané fondos de Sercotec”, dice.
“Si yo estuviera dedicada cien por ciento al deporte, obvio que mejoraría mucho. Si le pones empeño y tienes las herramientas, no te puede ir mal. Cuando he competido en el extranjero me he dado cuenta que una deportista dedicada totalmente cambia demasiado, cambia su mentalidad, su forma de vivir, sus entrenamientos son distintos. Tienen a sus entrenadores a disposición y viajan siempre a competencias. Acá en Chile hay muy pocas competencias en el año, por eso mismo tengo que salir.”
A mediano plazo, un evento que entusiasma a la deportista conconina son los Juegos Panamericanos Santiago 2023.
“Como se harán en Chile, obviamente nuestro deporte va a tener más visibilidad. Yo soy parte del proceso, hace poco estuvimos en un concentrado en Pichilemu al que asistieron los que somos parte de la preselección. Soy la más chica que compite en Open, por ese lado se puede decir que tengo más proyección, así que, si no pasa nada raro, debería estar en los Juegos”, proyecta.
Por último, pensando en que le restan pocos meses para terminar su carrera, señala que llegó el momento de pensar en el futuro:
“Mi idea es sacarme el jugo competitivamente todo lo que pueda, terminar los estudios ahora y dedicarme sólo a competir.
Quizás después seguir estudiando, porque tengo recién 22 años. A pesar de todas las dificultades, nunca me he aburrido del deporte. Me meto al agua y llegan noticias positivas, pequeños auspicios o cosas así. Tengo que agradecer esas ayudas, es difícil que yo sola pudiera conseguir lo que he logrado hasta ahora”.