Hace 4 años y medio se instaló en Limache la panadería “La Chacra” bajo el sueño inicial de Miguel Guevara y la incoporación de Joaquín Rino, quienes siempre quisieron tener un negocio de manera independiente y vivir en un lugar más tranquilo que Santiago.
Dos amigos, con sueños muy parecidos, forman parte de un proyecto que es mucho más que una panadería. Utilizan insumos de la región para darle un gusto distinto a sus panes y utilizan maquinarias de última generación para entregar un producto con identidad a sus clientes.
“Fue una oportunidad que se me dio. Vivía en Limache y la idea de vivir acá y plantear un emprendimiento de negocio independiente fue una oportunidad que creí debía llevar a cabo”, explica Miguel.
Miguel, cineasta de profesión, completamente autodidacta en el mundo de la panadería y pastelería, abrió “La Chacra”, aunque reconoce que no sabía bien si quería eso u otro rubro, pero el gusto por cocinar fueron las razones por las que se decidió a abrir este negocio.
“Aquí en Limache sólo existían panaderías tradicionales, por lo que tuve que leer mucho y aprender las sofisticadas técnicas del pan alrededor del mundo”, comenta Miguel.
Luego de dos años de funcionamiento de la panadería se unió Joaquín Rino, compañero de universidad y amigo de Miguel, quienes se conocieron haciendo un cortometraje. Para Joaquín, tener un negocio propio también era un camino que desde siempre había considerado.
“Llegué a la panadería con la idea de trabajar y poner todo mi esfuerzo en el proyecto para que junto a Miguel resultara algo que fuese mucho más que un negocio de pan.
Quería que el lugar se transformara en un espacio donde los limachinos pudiesen reunirse y pasar un buen rato”, explica Joaquín.
Su sello
“Ocupamos productos de la zona; todas las verduras, los tomates, las cebollas, la albahaca, la rúcula. Ese es nuestro sello. Nos relacionamos con nuestro entorno, hacemos una panadería de barrio, queremos ser un lugar donde la gente llegue a disfrutar de un momento agradable”, comenta Miguel.
Otra parte importante que los diferencia de otras panaderías es la realización de manera periódica de actividades culturales. Proyectan películas, hacen pequeños conciertos, realizan talleres de literatura, ventas de ropa, mini fiestas, entre muchas otras cosas.
En cuanto a la producción de pan, utilizan masa madre para fermentar los productos y maquinaria especializada para lograr un producto final de alta calidad. Venden aproximadamente 40 kilos de pan diarios y ofertan una gran variedad de productos como pan amasado, ciabatta, pan siciliano, pizzas, grisines, pan de papa con especias, paninis, entre otros.
“Nuestros hornos Unique de Maquipan, que compramos en Santiago, son maravillosos, porque nos permiten gastar mucho menos en gas y no ha favorecido en la economía del local”, explica Miguel.
Ambos destacan la importante labor que Maquipan está logrando a través de la Escuela Artebianca, al estar profesionalizando un oficio que tiene mucho futuro en el país, sobre todo por el gran cambio que ha tenido la industria del pan en los últimos años.
El cambio del paladar de los comensales
Miguel explica que tuvieron un papel importante en cuanto al cambio de gustos por el que está pasando el consumidor en Chile, ya que cuando llegaron a Limache, con la primera oferta de panes que tenían no les fue muy bien. “Tuve por obligación que hacer pan amasado y este fue el producto que me permitió entrar al mercado, un producto clásico que le hice ciertas modificaciones para que tuviera nuestro sello”, comenta Miguel.
Pero aquí lo más importante fue que no se dio por vencido, ya que cada vez que iban a comprar pan amasado, le regalaban una Ciabatta para que la probaran y un 80% volvía a comprar más, de hecho, es su pan estrella, y el pan amasado quedó en segundo plano.
Para ambos socios el futuro de la industria viene dado por valorizar la autenticidad de cada lugar. Cada panadería, luego de manejar la técnica, debería agregar un sello único a su producto.
“Yo creo que ese es el futuro; la relación con el barrio, con el entorno, a respetarlo y entregarles lo mejor. Al utilizar los insumos de cada localidad, los productos hablarán por si mismos, no tan sólo por la técnica que se tenga”, concluye Joaquín.