Gracias a la gestión conjunta de María Verónica Pizarro, Terapeuta Ocupacional de la Unidad de Psiquiatría Forense Transitoria (UPFT) del Hospital del Salvador de Valparaíso, y Cristian Rebolledo, artista plástico, fue posible entregar la oportunidad de soñar e imaginar a los pacientes que forman parte del módulo 117 de la cárcel de Valparaíso.
Las paredes de la Unidad de Psiquiatría Forense Transitoria (UPFT) del Hospital del Salvador se llenaron de sueños y colores gracias al trabajo voluntario del artista Cristian Rebolledo.
Se trata de personas que han presentado o se sospecha de algún diagnóstico psiquiátrico y están siendo acusados de crímenes de diversa índole, pero antes de ir a un juicio que determine su responsabilidad, son evaluados y diagnosticados por un equipo multidisciplinario de la Unidad de Psiquiatría Forense Transitoria (UPFT) del Hospital del Salvador de Valparaíso.
En este contexto se ha realizado la inédita iniciativa de pintar murales en las paredes del interior del patio común del módulo 117, trabajo que no hubiese sido posible sin la entrega voluntaria de Cristian Rebolledo, artista plástico de la Universidad de Chile y muralista, el compromiso de la jefatura y el apoyo del Hospital del Salvador, que entregó los materiales.
Al inicio del taller, la instrucción que se les entregue fue que: “desde su recuerdo pudiesen imaginar y plasmar en una hoja un dibujo. La idea es dibujar sin estar viendo una imagen, por las contingencias del lugar se hace difícil el acceso a libros con imágenes, periódicos, revistas, computadores para poder estimular y dibujar lo que ellos quieren. Trabajamos los colores básicos, perspectiva, pintura con luces y sombra. Luego con los dibujos hicimos unos papelógrafos creativos, desde aquí surge la idea colectiva de los participantes”, señala Cristian Rebolledo.
El artista valoró el trabajo con usuarios psiquiátricos de la UPFT ya que ellos tuvieron “una tremenda disposición porque es una actividad a la que ellos no han tenido acceso. Nadie hace proyectos para personas en la cárcel y menos para pacientes psiquiátricos, por eso quise venir de voluntario a trabajar. Aquí me enteré que no son personas que reciban muchas visitas. Entonces es muy importante entregarles la oportunidad, compartir con ellos y mejorar el entorno, su cotidiano”.
La importancia del arte en contextos carcelarios
El arte es un oficio que permite plasmar ideas de forma libre, en cualquier contexto, entonces en este tipo de talleres “ellos son capaces de traducir lo que están pensando y también es una escapada a su encierro, pero a través del arte, creando mundos paralelos con un pincel o un lápiz, o través de sus recuerdos, ya que son escasos los estímulos visuales que tienen aquí adentro, es siempre lo mismo. Si está la oportunidad de pintar el patio con los diseños que ellos quieran, bacán porque eso hace más llevadera y tranquila su estadía aquí”, explica Cristian Rebolledo, el profesor a cargo del taller.
Uno de los usuarios de la UPFT que lleva 3 meses de encierro nos contó que el taller le pareció: “buenísimo, porque nos ayuda a plasmar a cada uno de los internos los sueños que tenemos de libertad y también nuestras ilusiones. Me he sentido cómodo, porque él no rechaza alguna idea, ninguna propuesta es muy tonta o muy básica, todos tienen el derecho a aportar cualquier cosita. Y también me he sentido muy bien porque ese bosquejo principal que se ve ahí es uno mío, yo lo dibujé en un cuaderno y lo propuse, a él le gustó y a los compañeros también y cada uno aporta un detallito que lo representa. A mí en lo personal ese dibujo me ayuda a pensar en la creación, porque yo soy creyente en Dios”.
Otro de los internos que ya tenía habilidades para el dibujo, nos comentó “ahora pude dibujar un lobo y estuve súper concentrado pintándolo y me encanta como quedó. En lo personal, por mi hijo, el lobo me representa, soy yo y tengo un cachorrito que es otro lobo y con los compañeros interactuamos bastante. Yo pienso que está súper bien, muy apropiado en realidad. Los compañeros están bien interesados en participar y estamos todos con hartas ganas”.
Para María Verónica Pizarro, esta instancia también fue muy enriquecedora: “para mí fue maravilloso porque la enseñanza pedagógica en la pintura es súper linda. Aquí he ido observando el manejo que tiene el profesor con los chiquillos, la conexión que existe. Él sabe que ellos tienen trastornos psiquiátricos y están aquí por delitos muy graves, pero no hay esa diferencia, acá son todos tratados igual y están felices pintando. Y eso es lo que nosotros promovemos como terapeutas, medimos capacidades y vamos fortaleciendo habilidades, como la concentración, la motivación, etc.”
A pesar de que el Taller de Muralismo ya llegó a su fin, el equipo aspira a conseguir los permisos para continuar pintando el frontis del módulo 117, para darle más identidad a la Unidad de Psiquiatría Forense Transitoria del Hospital del Salvador. “Ojalá que se pueda hacer y conseguir los materiales. El Hospital del Salvador siempre nos apoya. Nos ayudaría a tener mayor identidad como Unidad de Psiquiatría Forense del hospital psiquiátrico del Salvador dentro de la cárcel”, explica María Verónica Pizarro.