“Hacemos vinos rescatando las cepas antiguas que existían en el valle, como belloto, país y cristal.”

Recientemente una publicación de un medio holandés especializado (Perswijn) hizo alusión a los vinos naturales que se producen en la Cooperativa Vitivinícola del Valle de Marga Marga y específicamente cita al emprendedor, Arturo Herrera, de la Viña Herrera Alvarado, quien se refiere a la producción local y al apoyo que han tenido de INDAP a través del Programa de Asesorías Técnicas.

La semana pasada el suplemento Wikén del Diario El Mercurio destaca los mejores nuevos rosados chilenos, entre ellos el ‘Rojo Loco Rosado 2019’, de los viñedos Herrera Alvarado el que se logró con cepas españolas antiguas: país, cristal y moscatel rosada “es un vino liviano, tinto ligero y frutal de 11,5 grados de alcohol, por lo que es fácil de tomar, especial para una noche de verano. Es muy rico”, comenta Arturo Herrera. El 2017 esta misma viña fue distinguida con el Premio a la Innovación del Vino Chileno —concurso que realizan desde hace nueve años Revista del Campo y Revista Wikén de El Mercurio— por su Natural Blanco 2016 (sauvignon blanc), primer lugar en la macro zona Central Costa.

Exportación

Y así, suman y siguen las menciones y reconocimientos para estos emprendedores que, gracias al rescate del patrimonio vitivinícola con antiguas cepas y a la calidad de sus vinos naturales (obtenidos con el mínimo de intervención posible) están siendo cotizados desde distintas partes del mundo, desde Brasil y Estados Unidos, hasta países del viejo continente como Francia, Italia y Alemania, entre otros.

“Hace unos 4 años comenzamos con un cliente francés que conoció nuestros vinos y luego de un año mandamos la primera embarcación que fue distribuida en lugares estratégicos de Europa y nació el interés de otros clientes. El 2018 una periodista de EEUU, publicó un artículo sobre nuestros vinos y aparecieron clientes norteamericanos. Así pudimos exportar a Nueva York. Posteriormente, el 2019 a Brasil y este 2020 por primera vez a Perú y Canadá. Estamos muy contentos”, reconoce este emprendedor.

Proyecto familiar

Pero todo este reconocimiento no es causalidad, hace 17 años Arturo Herrera y su esposa Carolina Alvarado, decidieron dar vida a este proyecto familiar en un trabajo de rescate de la tradición vitivinícola de esta zona cuyas primeras viñas datan de 1586. Partieron en la localidad Quebrada Escobares, continuaron en Los Perales y finalmente se instalaron en el fundo San Jorge, sector El Sol de la comuna de Quilpué, donde hoy tienen una exclusiva producción de vinos naturales con una amplia variedad de cepas blancas y tintas.

“Hacemos vinos rescatando las cepas antiguas que existían en el valle, como belloto, país y cristal, las juntamos y producimos vinos blancos y algunos tintos. En tintos producimos básicamente el pinot noir y país, que se adaptan muy bien en esta zona. Y en blancos chardonnay y sauvignon blanc”, explica Arturo Herrera.

Desde hace 5 años además funcionan como Cooperativa Vitivinícola del Valle de Marga Marga junto a otros productores del sector, donde han contado con el apoyo de instituciones como ProChile e INDAP en un trabajo colectivo de sensibilización en el mundo del vino.

Proceso artesanal

“La historia vitivinícola de la zona se hace parte del desarrollo de nuestros vinos. La presencia de zaranda, que es un instrumento para despalillar, el uso de lagares de cuero de vaca para el pisado, hacen que estos vinos tengan una impronta humana importante en la elaboración. Aquí no existen máquinas ni estandarización, sino que tratamos de expresar lo que la naturaleza está diciendo. Los vinos naturales, son vinos que quieren sorprender y re encantar con sus sabores”, asegura Carolina Alvarado.

Este emprendimiento familiar cuenta hace cinco años con apoyo de INDAP a través del Servicio de Asesorías Técnicas (SAT orgánico) con proyectos de inversión y créditos “recibí asesorías para elaborar compost y biopreparados para el manejo orgánico y sustentable de la viña, lo que le da otro nivel a la uva. El apoyo ha sido muy importante, porque el manejo orgánico de la viña, las parras y la tierra es esencial”, explica el emprendedor quilpueíno.

Los vinos naturales de la Viña Herrera Alvarado no sólo rescatan prácticas ancestrales, sino que todo el proceso es artesanal, desde la cosecha de la uva, que se hace a mano, hasta la guarda en añosas barricas, con un proceso de acompañamiento de un año o más, que varía de acuerdo a las curvas de fermentación. Con lo que consiguen una producción de 4 mil botellas por temporada como Viña Herrera Alvarado, y 20 mil botellas como cooperativa.

Catas sociales

Otro de los atractivos de este emprendimiento familiar son las catas sociales, actividad enmarcada en el Programa de Turismo Rural de INDAP que, hasta antes de la pandemia, se realizaba cada domingo al interior del fundo San Jorge, en medio del bosque esclerófilo. Catas sociales que esperan poder reabrir a la brevedad, apenas la autoridad sanitaria lo permita.

“Estamos pasando por momentos complejos por la sequía y ahora la crisis sanitaria, por lo que hemos estado preocupados de atender a nuestros usuarios lo mejor posible y entregarles las herramientas necesarias para salir adelante. En este sentido las asesorías técnicas son un importante apoyo para poder mantener sus procesos productivos y continuar con sus emprendimientos agrícolas tal como lo ha hecho esta familia de emprendedores”, sostuvo el director regional de INDAP, Fernando Torregrosa.