La valiente proeza de Luis Pardo Villalón es una de las grandes historias del Continente Blanco en todo el mundo.

El 30 de agosto de 1916 es un día tremendamente relevante en la historia de nuestra Patria en el Territorio Chileno Antártico, en donde un hombre sencillo pero decidido, comprometido y consciente de su deber, logró llevar la esperanza a un mundo inmerso en una de los conflictos más sangrientos que conoció el pasado siglo XX.

Luis Pardo Villalón al mando de la Escampavía “Yelcho”, proa que hoy es reliquia de nuestra historia naval, logró un rescate que muchos calificaron como imposible.

Su proeza es largamente conocida, la Expedición Imperial Transantártica al mando de Sir Ernest Shackleton a bordo del “Endurance” había fracasado en su intento de cruzar el continente blanco, su embarcación fue atrapada por los hielos y posteriormente se fue a pique.

La expedición realizó un impresionante viaje a través de los hielos antárticos hasta isla Elefante, soportando la inclemencia de uno de los climas más hostiles del mundo, estableciendo un campamento para posteriormente llegar en una pequeña embarcación hasta un campamento ballenero en las islas Shettland del Sur y poder solicitar ayuda.

Sir Ernest Shackleton logró diferentes apoyos, los cuales se concretaron en tres intentos por rescatar a sus camaradas, es precisamente en el tercer fallido intento donde Piloto Pardo y Shackleton tienen un fortuito encuentro en un proceso de remolque. Es de esta forma, que el connotado explorador de fama mundial se reunía con el sencillo pero experimentado hombre, intercambiando ideas de navegación y experiencias, capacidades de los buques y también posibilidades dentro de la meteorología registrada y los conocimientos de navegación en aquellos inhóspitos territorios.

Luis Pardo Villalón ostentaba el grado de Piloto 2°, siendo marino mercante se incorporó al servicio de la Armada de Chile, esto en el contexto de la falta de oficiales para naves auxiliares y algunos departamentos de unidades a flote. Su formación y experiencia nos habla de diversos desafíos llevados a cabo, llegando al entonces Apostadero Naval de Magallanes para servir en labores de buques auxiliares, contando con un gran aprecio por parte de su tripulación y mostrando dotes de liderazgos que serían fundamentales para el desenlace exitoso de esta historia que trascendió en todo el mundo.

Como ha sido analizado y descrito por diversos historiadores, Piloto Pardo asumió el desafío tras una solicitud oficial del Gobierno Británico al Estado de Chile, siendo designado por el mando naval tras aceptar en forma voluntaria la misión. Su tripulación también sería voluntaria y transportada desde su buque al mando de la Escampavía “Yelcho”, demostración de su liderazgo, natural adhesión y conocimiento de sus capacidades, para enfrentar el desafío.

El zarpe se realizó sin mayores dificultades en la Escampavía “Yelcho”, un buque a carbón, sin calefacción, sin radio, sin doble casco y otros elementos que hoy en día nos parecerían unas tremendas limitantes para ir a aquellos territorios.

Al arribar en las cercanías de Isla Elefante la maniobra fue planificada, debía ser rápida y certera, no habría otra oportunidad, se desembarcaría un bote para no exponer a la “Yelcho” a una posible varada, tampoco se estaría más tiempo del necesario, la prioridad era la tripulación y no los eventuales elementos de la expedición. Sin embargo, esto no impidió que el registro fílmico y fotográfico fuese una de las primeras cosas en subir a bordo de la “Yelcho” tras el rescate.

Los vítores de los expedicionarios al ver a sus rescatadores rompió ese silencio antártico tan particular, Shackleton abordó el bote y contó a la distancia que no faltara nadie, mientras gritos de “We are all well Boss!”  —“Estamos todos bien, jefe”, evidentemente en inglés, hacían entender que la primera parte de la misión estaba cumplida.

Este grupo de hombres ya a bordo agradecía con abrazos y gritos a sus rescatadores, sin embargo no había tiempo de celebrar, el retorno era tan complejo como aquella primera parte, las ordenes de navegación ya no eran en silencio, los emocionados rescatados seguían gritando y por mucho fue necesario exigirles el silencio necesario para no entorpecer las maniobras, lo cual sin lugar a duda en parte debió de haber sido cumplido con dificultad, eran casi dos años de una aventura y desventura que para ellos casi llegaba a su fin.

Evadiendo los hielos, para posteriormente cruzar nuevamente aquellas olas de 6 a 12 metros, pareció para muchos algo interminable, Piloto Pardo pocas veces dejo el puente de mando, solo para consultar el estado de sus tripulantes y rescatados, el funcionamiento de la maquinaria y algún control de averías.

Piloto Pardo
Una escala breve en el frigorífico del sector de Rioseco, a unas cuantas horas de Punta Arenas, permitió comunicar vía telefónica al Apostadero Naval de Magallanes el éxito de la misión, noticia que rápidamente fue difundida y telegrafiada a distintos rincones de Chile y el mundo.