Aunque diversas federaciones de estudiantes universitarios han llamado a rechazar el mechoneo, lo cierto es que esta tradicional “bienvenida” a los alumnos nuevos es una realidad, en la cual muchas veces un conjunto de juegos y bromas pesadas incluyen el menoscabo y la humillación del estudiante que recién se incorpora a la educación superior. De hecho, en los últimos años estas prácticas de ‘bienvenida’ universitaria han incrementado su violencia y ya tienen incluso en sus registros lamentables muertes y graves accidentes.
Solo esta semana en la U. Católica del Norte un estudiante terminó con una fractura y otra joven expuso su vida al esconderse en una cornisa para evitar ser víctima del mechoneo. Una psicóloga explica por qué se da este tipo de fenómenos sociales que desvirtúa la “bienvenida” a los universitarios primerizos, transformándose en una ola de violencia y humillación que puede terminar en graves accidentes e incluso la muerte.El año pasado se generó una fuerte polémica por el “mechoneo sexual” realizado por estudiantes de la carrera de Enfermería de la Universidad de Concepción, donde se utilizaron juguetes sexuales en las actividades y se viralizaron fotografías y videos de lo acontecido. La casa de estudios prohibió las tradicionales actividades de inicio del año académico y la PDI realizó una investigación para esclarecer los hechos y responsables.
También ha habido graves accidentes físicos y fallecimientos a causa de la violencia que se produce en las jornadas de mechoneo. En 2000, una estudiante de 19 años de la Universidad Católica de Valparaíso murió tras ser atropellada por un tren, mientras un grupo “jugaba” a esquivar el paso de los vagones, hasta que uno de ellos impactó a la joven. En 2004, un mechón de Medicina de la Universidad de Chile terminó internado a raíz de una factura y también se registran accidentes con la aplicación de sustancias irritantes, como ácidos en la Universidad Austral en 2006.
Y este año no ha sido la excepción. Esta semana, en la Universidad Católica del Norte, un estudiante se fracturó una pierna tras ser obligado a saltar a una piscina llena de alimentos descompuestos. En la misma casa de estudios, otra joven de primer año de Ingeniería huyó por una ventana y se escondió en la cornisa de un segundo piso, exponiendo su vida por temor a ser encontrada por sus compañeros.
Mechoneo violento
Si bien hay planteles educacionales que prohíben vía contrato la realización del mechoneo y otros que optan por realizar actividades sociales con los alumnos nuevos, lo cierto es que siguen existiendo violentas y cuestionables bienvenidas al mundo universitario. Pero, ¿por qué un mechoneo puede llegar a tales extremos de violencia y humillación?
“Los mechoneos tienen este sentido de grupo tribal, que implica que las personas que están liderando la actividad pierdan el control, transformándose en grupos humanos sin conducción, que asumen un rol protagónico respecto de unos pocos sometidos. Cuando estamos en grupo haciendo cosas, la conciencia y el cuidado del otro se disipa, por un fenómeno de comportamiento del ser humano en masas, donde gana el anonimato y las acciones se transforman en una vía de escape de otro tipo de insatisfacciones. Ahí es peligroso, porque se pierde de vista a un otro que es igual a mí, al sumarse al frenesí, al entusiasmo, al acto impulsivo”, explica Carmen Gutiérrez, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Las jornadas de mechoneo, con estudiantes con ropas sucias y malolientes en las calles, se repiten cada año. Y aunque se intente evitar, parece que la violencia va subiendo cada vez un peldaño más. La especialista entrega la clave del porqué es tan difícil erradicar el mechoneo violento. “Los mismos estudiantes que han pasado por malos mechoneos al año siguiente repiten el mismo ciclo, porque lo asumen como un sentido identitario (‘ellos tienen que pasar por lo mismo que yo’) y/o en ánimo de revancha (‘si yo viví esto, ¿por qué ellos no?’). Las razones por las cuales se mantiene esto es porque se desarrolla una cultura organizacional que lo valida y permite”, asegura Gutiérrez.
Entonces, ¿quiénes son los responsables cuando un mechoneo se sale de control? “Todos. Son tan responsables los que hacen el mechoneo como los que lo reciben, y hasta los que se marginan. Cuando uno sabe algo, sí tiene un grado de responsabilidad con eso que está ocurriendo. Si una persona dice ‘yo no quiero’ y aun así la fuerzan, es aún más violento. Una persona podría decir ‘yo no voy’, pero esa marginación no la hace menos responsable, porque en definitiva está permitiendo que eso siga ocurriendo, siendo un cómplice al evitar su exposición pero no la del resto. En tanto, las personas que se someten a un mechoneo violento o agresivo están validando esas prácticas, porque lo más probable es que no lo tomen como un acto agresiv, o estiman que no hace daño”, concluye Carmen Gutiérrez, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.