“El Jardín de Caldera” rinde homenaje al difunto asistente de operaciones, Eduardo Enrique Calderón Romero, quien destacó en la lucha contra el fuego y la formación de jóvenes brigadistas.

La repentina muerte de Eduardo Enrique Calderón Romero, el 30 de agosto del 2006, producto de un infarto cerebral, caló hondo entre sus compañeros y compañeras del Departamento de Protección contra Incendios Forestales (Deprif), de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), en la Región de Valparaíso.

Pese al inevitable paso del tiempo, los funcionarios y las funcionarias no han podido olvidar el trabajo y las virtudes humanas de “Caldera”, quien alcanzó a desempeñar los cargos de brigadista, jefe de brigada y asistente de operaciones, destacando en la lucha contra el fuego y la formación de jóvenes combatientes.

De hecho, tras el inesperado deceso, en la central de coordinación regional de la corporación (Palma 1), el Deprif constituyó una plazoleta en recuerdo del difunto colega y amigo, bautizada como “El Jardín de Caldera”, en un sector que Eduardo apreciaba mucho, donde solía relajarse y jardinear tras arduas jornadas de combate de incendios forestales.

La familia decidió dejar un ánfora con las cenizas en este lugar, que, con el transcurso del tiempo, se ha convertido en un espacio de recogimiento, reflexión y descanso para todo el personal, un paréntesis en la vorágine diaria que implica la prevención y el control de emergencias.

Según explicó el director regional de Conaf, Sandro Bruzzone,

“‘El Jardín de Caldera’ fue renovado este mes, con la instalación de dos bancas, la plantación de flores, la mantención del césped, la implementación de señalizaciones, y el pintado y barnizado de las estructuras presentes”.

Acotó que “la remodelación estuvo a cargo del asistente de operaciones y comandante de incidentes, Ramón Venegas, y los integrantes de la brigada forestal Palma 6 (Canal Beagle, Viña del Mar), que decidieron sumar a sus labores habituales, por iniciativa propia, este lindo trabajo”.

Infarto cerebral

“Este era un espacio que tenía nuestro compañero Eduardo Calderón. Él lo creó y lo mantuvo por muchos años, y nosotros lo recuperamos, porque estaba un poco abandonado. Le hemos hecho algunas mejoras y hoy día está bastante bonito”, afirmó Ramón Venegas.

Añadió que “es una obra que se hizo en homenaje a este colega que se nos fue por un infarto cerebral, en acto de servicio, luego de realizar una capacitación al regimiento Maipo, a las brigadas de refuerzo de incendios forestales del Ejército. Los familiares quisieron dejarlo acá y vienen cada aniversario, el 30 de agosto, a estar un rato con él”.

Momentos memorables

Por su parte, el encargado de logística de la institución forestal, en la Región de Valparaíso, René Reyes, aseveró que “Eduardo Calderón fue un excelente jefe, con el que pasé momentos memorables. Tengo buenas aventuras con él, por ejemplo, cuando fuimos a la Novena Región, estando arriba de la cordillera, casi nos quedamos ahí, tuvimos que juntar líneas en la nieve misma”.

Con profunda nostalgia, el funcionario de la corporación destacó que “sobre todo fue un buen amigo; conozco a todos sus hijos, a su familia, y siempre fue un gusto trabajar con él”.

Buen trato

Finalmente, el asistente de operaciones y comandante de incidentes de Conaf Valparaíso, José González, quien se desempeñó como ayudante (jefe de cuadrilla) de “Caldera”, resaltó que “los brigadistas más antiguos lo extrañan mucho, porque era una persona muy humana y conocedora de su trabajo. Aquí dejó una gran impresión. Tengo un gran recuerdo de él”.

Precisó que “lo que más me llamó la atención de Eduardo era su buen trato con colegas y subalternos, porque aquí, en el Deprif, trabajan muchas personas, sobre las 350. Hasta hoy me manejo así con la gente, especialmente con el personal joven, que está aprendiendo”.

“Cuanto más grande somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza y la eternidad”. Este mensaje cubre la lápida de Eduardo Enrique Calderón Romero, quien dejó este mundo muy pronto, a los 53 años, y sin duda refleja el sentir de su equipo de trabajo que, hasta la fecha, lo recuerda con el cariño imperecedero que se otorga a las personas que iluminan vidas a su alrededor.