Cómo incentivar una alimentación saludable en nuestros hijos es la inquietud que la Dra Camila Vergara, nutrióloga, aborda durante la Semana Mundial de la Lactancia, haciendo hincapié en que proteger a los más pequeños de la obesidad es una tarea que empieza en la cuna.
“Que más de la mitad de los niños tenga sobrepeso u obesidad no es algo para nada favorable”, señala la doctora a propósito del último estudio de JUNAEB, que señala que de sus usuarios, apenas un 50% está dentro de los parámetros estándar. Eso por eso que afirma que el amamantamiento es un factor protector contra la obesidad en el largo plazo, llegando a reducir el riesgo en un 26% si se extiende por 6 meses: “Aunque sea alimentación de tipo mixta, es decir, que tome fórmula y lactancia, ya disminuye el riesgo de obesidad. Y mientras más tiempo dure, es mayor la prevención de obesidad. Se dice que es dosis-dependiente. Mientras más tiempo dure la lactancia, menos riesgo hay de obesidad a futuro”.
Agrega la nutrióloga que si bien la leche materna es dulce porque tiene muchos carbohidratos, “pero es un carbohidrato que procesa muy bien el intestino del lactante y lo absorbe de muy buena manera. No genera esta sobrecarga a nivel del estómago porque se absorbe más fácilmente. Está preparada, por decirlo así, para que sea lo perfecto para el niño. Y se va adaptando a través del tiempo. Por ejemplo, la lactancia de un paciente recién nacido no es igual que la de un niño de dos años o de un prematuro. Va modificando según las necesidades del niño. Siempre alimenta, pero se va modificando”.
Derribando mitos de la lactancia
Primero, la lactancia es un puente de los sabores de la madre hacia el niño para que aumente la variabilidad de la alimentación en el futuro, de acuerdo a estudios que correlacionan la lactancia materna con un mayor consumo de frutas y verduras y menor consumo de alimentos procesados.
“La idea es que la madre tenga la alimentación más variada posible. Pero de todo. Y eso sí va haciendo más fácil la transición a cuando tengan alimentación complementaria a aceptar variedad de alimentos. Y a disminuir este riesgo de selectividad”.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es mantener la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses, ya que “cubre los requerimientos hídricos, nutricionales, inmunológicos. Incluso en el verano. De hecho, las guagüitas, cuando en el verano hace más calor, toman más lactancia. Lo ideal es que la lactancia siempre sea libre demanda. Y recién después de los seis meses, cuando ya se incorpora la alimentación complementaria, uno empieza a agregar el agua para que se vaya formando el hábito de la ingesta. Pero agüita sola, no de hierbas. Porque hay muchas hierbas que pueden ser o neurotóxicas o tener interacción con algunos nutrientes”.
Otra recomendación apunta a no introducir nunca bebidas, y evitar los alimentos con azúcar añadida, y sal. “Y es muy importante el modelaje. La idea es que toda la familia tenga hábitos saludables para así inculcar el hábito saludable al niño. No es algo que esté enfocado a una alimentación distinta para el niño y para el adulto. La idea es que todos comamos bien”.