Una investigación publicada hoy en la prestigiosa revista científica Nature y en la que formó parte el astrónomo del Instituto de Física y Astronomía de la Universidad de Valparaíso (IFA), Matthias Schreiber, descubrió un planeta oculto, muy similar a Neptuno, que gira alrededor de una pequeña estrella evolucionada. Se trata de la primera evidencia de un planeta orbitando a una enana blanca, en forma de un disco de gas producido a partir de su atmósfera en evaporación.
Se trata de la primera evidencia de un planeta gaseoso orbitando una enana blanca. Estudio fue publicado en Nature.
“El planeta orbita a la estrella, que tiene una cuarta parte de su tamaño, una vez cada diez días, dejando una cola de gas similar a un cometa a su paso, compuesta de hidrógeno, oxígeno y azufre”, así lo describió el astrofísico UV, quien además es subdirector del Núcleo de Formación Planetaria (NPF).
Modelo único
Siguiendo las palabras del astrónomo, las enanas blancas son remanentes estelares que se producen cuando una estrella con masa similar al Sol agota su combustible nuclear. Entonces, las capas externas de esta estrella se desprenden quedando el núcleo inerte al centro, al que desde ese momento se le llama enana blanca. Actualmente, se conocen cerca de tres mil estrellas albergando planetas, y se estima que la mayoría de ellas terminará su vida como enanas blancas. Los modelos teóricos indican que estos sistemas planetarios, incluido nuestro Sistema Solar, pueden sobrevivir a la metamorfosis de las estrellas que los albergan.
El descubrimiento, que fue realizado de manera colaborativa por astrónomos del IFA, NPF y del Departamento de Física de la Universidad de Warwick de Inglaterra, quienes utilizaron el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral, instalado en Chile, sugiere que podría haber otros planetas alrededor de esas estrellas, esperando ser descubiertos.
“Se sabe que los elementos pesados que vemos en las atmósferas de enanas blancas vienen de la acreción de material planetario como cometas y asteroides. Por eso, se hicieron famosas ya que permiten estudiar la composición química de planetas rocosos. Sin embargo, ahora encontramos que una enana blanca también puede adicionar material de la atmósfera de un planeta gaseoso y podemos verlo cayendo en ella”, dijo el investigador.
Matthias Schreiber demostró que la enana blanca caliente (de 28 mil grados Celsius), produce la evaporación lenta de este gigante helado bombardeando con fotones de alta energía y convirtiendo su masa perdida en un disco de gas alrededor de la estrella, que rota a una velocidad de más de tres mil toneladas por segundo.
Nueva visión
El doctor Schreiber advirtió que “en cierto sentido el hallazgo nos brinda una visión del futuro muy lejano de nuestro propio sistema solar”.
Llevando este caso al sistema solar el astrofísico señaló: “cuando nuestra estrella (el Sol) se quede sin combustible, en aproximadamente 4 mil 500 millones de años más, eliminará sus capas externas, lo que destruirá Mercurio, Venus y, probablemente, la Tierra, quedando la enana blanca al centro del sistema”.
En un artículo complementario dirigido por Schreiber y el astrónomo Boris Gaensicke, publicado en Astrophysical Journal Letters, los astrofísicos detallan cómo esta enana blanca irradiará suficientes fotones de alta energía para evaporar Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Al igual que en el presente hallazgo, parte de ese gas atmosférico terminará en la enana blanca dejada por el Sol y será observable para las futuras generaciones.
Los astrónomos argumentan que esta evaporación planetaria, y la posterior acumulación de enanas blancas jóvenes, es probablemente un proceso relativamente común que podría abrir una nueva ventana para estudiar la composición química de las atmósferas.