Este hecho elevó a la categoría de héroes en tiempos de paz al Cabo Leopoldo Odger y al Marinero Mario Fuentealba, quienes perecieron valerosamente en la acción, al rescatar a varios de sus compañeros desde las aguas, mismos nombres que hoy llevan dos unidades de la Armada.

Hace más de 50 años la zona costera Manquemapu, en la comuna de Purranque, fue protagonista de una de las más grandes desgracias ocurridas en el mar chileno, que aún permanece en la memoria colectiva. El 15 de agosto de 1965 la escampavía "Janequeo" de la Armada de Chile, naufragó cuando trataba de auxiliar al patrullero "Leucotón" en el sector de Bahía San Pedro, a 60 millas al sur de Corral, donde fallecieron 52 hombres de mar.

Fueron 28 los marinos los que lograron sobrevir, algunos saltaron a la roca para refugiarse, pero muchos cayeron en el intento, otros se lanzaron al mar y pudieron nadar a la costa.

Araldo Valdivia, representante de la agrupación de familiares y amigos del Escampavía "Janequeo", quien tenía sólo dos años de edad, cuando esta tragedia se llevó a su padre, el Sargento 2° Roberto Valdivia, relató los hechos de aquel día, en una entrevista realizada para la web de la Armada de Chile.

“Mientras el "Leucotón" se dirigía desde Talcahuano a reabastecer los faros australes, fue sorprendido por un fuerte temporal, que produjo su varamiento. Las autoridades del país preocupadas por el incidente, enviaron al lugar a la "Janequeo", que con el temporal fue arrojado contra las rocas mientras efectuaba la maniobra de desvaramiento”, señaló.

La historia se remonta en agosto de 1965, donde de la escampavía “Janequeo” fue al rescate del patrullero “Leucotón” que se encontraba varado en la Isla San Pedro. La escampavía se vio enfrentada a la adversidad del clima, y a problemas con las cadenas de tiraje que se rompieron y enredaron en la hélice. Fue arrastrada hasta la roca Campanario, con la que se estrelló en varias oportunidades producto del fuerte viento, hasta que el navío terminó partiéndose por la mitad y hundiéndose.

El Comandante del "Leucotón", Capitán de Fragata Claudio Hemmerdinger, organizó una partida de salvataje para ayudar desde tierra a los tripulantes de la escampavía. La maniobra consistía en rescatar a la dotación a través de un cable que se tendió entre el patrullero y una ballenera varada en la playa. Los esfuerzos eran en vano. La embarcación comenzó a golpearse con furia sobre los arrecifes mientras su estructura se despedazaba en cada bandazo. Alrededor de las 09:50 horas se quebró el palo mayor que cayó sobre cubierta, sembrando a bordo muerte y desolación. El Comandante de la "Janequeo", Capitán de Corbeta Marcelo Léniz, no abandonó su puesto, y en un gesto que honra su memoria, cedió su salvavidas a un joven marinero, para luego caer aturdido por un golpe, mientras el buque se partía en dos.

Por su parte, el Suboficial Luis Godinez, uno de los sobrevivientes de la dotación de la “Janequeo”, compartió junto a Radio Naval toda su experiencia vivida, donde lo primero que nos contó fue que

Odger y Fuentealba

“Yo me hice una promesa que no podía morir”, posteriormente, continuó su relato “junto a otros marinos subimos al puente, había piso de madera y estas empezaron a soltarse, en ese momento con mi Cabo nos abrazamos y buscamos la forma de salir ahí, subí al púlpito y una ola me pegó en el pecho, me fui de espalda y me azoté en las rocas, el mar me movía para todos lados, hasta que vi una caja electrónica a la que me amarré, y cuando quise nadar no pude, ahí me entregué al Señor”.

El Suboficial Godinez continuó diciendo

“En mi desesperación vi un tubo y una luz, yo creo vi a Dios, y me abandoné; me puse a llorar recordando a toda mi gente. Llegué 4 veces a la playa, pero no podía pararme, no tenía fuerzas, cuando de repente pasaron 4 muchachos jóvenes, de 14 y 15 años, y dicen ‘mira ahí hay uno’, y me tiraron un cordel, entonces me amarré la mano, y cuando el mar me empujó, ellos me lograron sacar”.

De esta tragedia quedaron valiosos ejemplos que perduran hasta el día de hoy, el Comandante Hemmerdinger, el Capitán Léniz, el Marinero Fuentealba, el Cabo Odger, son sólo algunos de los servidores que nuestra Institución recuerda con mucho cariño y honor porque tuvieron acciones que han sido capaces de trascender generaciones.

Este desastre elevó a la categoría de héroes en tiempos de paz al Cabo de Máquinas Leopoldo Odger Flores y al Marinero Mario Fuentealba, quienes perecieron valerosamente en la acción, al rescatar a varios de sus compañeros desde las aguas y hoy, dos importantes unidades de la Armada de Chile, llevan sus nombres honrando su ejemplo.