Todos hemos tenido a algún familiar o amigo que ha pasado por una situación difícil, que ha sufrido una experiencia traumática o ha tenido un cuadro depresivo, y sabemos lo difícil y complejo que es acompañar a alguien en ese proceso. Muchas veces compartimos su tristeza, pero también nos da rabia e impotencia porque no sabemos cómo apoyarlo, lo que es absolutamente normal.
Este jueves 15 de junio, a las 9.40 horas, la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico dictará en casa central la charla gratuita “El trauma desde la perspectiva del alma”, que orientará sobre cómo acompañar y apoyar efectivamente a personas que han vivido situaciones traumatizantes. Inscripciones en
De hecho, como sociedad somos muy críticos y prejuiciosos con quienes están sufriendo cuando presentan síntomas muy exacerbados o problemas para vincularse. Así, livianamente hacemos comentarios despectivos como que una persona es “compleja” o “limítrofe”, que “no pone de su parte” o que “tiene todo para ser feliz”. Lo mismo sucede cuando frente a las víctimas de violencia de género se dice que “se lo buscó”, como si fuera un tema de voluntad.
“En vez de tener todos estos juicios que no hacen más que mantener estas dinámicas de sufrimiento, es importante hacer una pausa y mirar qué le pasará a esta persona que está funcionando de esta forma, que está con estas relaciones tan caóticas, tan abusivas. Podemos mirar para atrás y encontrar situaciones en las que sistemáticamente han estado sujetas a relaciones tortuosas, de sufrimiento y de experiencias traumatizantes”, aclara.
El especialista indica que el problema se da por la ignorancia que existe respecto a qué es lo que provoca el trauma en la psiquis y cómo son los procesos naturales del trauma. “Es súper complejo, porque por la propia naturaleza del evento traumático, una de las cosas que colapsa tempranamente es la dificultad para atestiguar el hecho, ya que operan los mecanismos disociativos de la psiquis. La memoria queda fragmentada, se alteran los recuerdos y no hay una narrativa clara, entonces alguien que está empezando a elaborar una situación traumática, una de las cosas que es más angustiosa es el espacio de duda o de inseguridad respecto de la veracidad de esa experiencia, porque se vive como si no hubiese sido real. Pero está probado que no tiene que ver con que eso haya sucedido o no, sino con cómo los eventos traumáticos afectan el funcionamiento psíquico”, explica Barrionuevo.
Ello hace que cueste entender a una persona traumatizada y se genere desconfianza. “Primero, hay una extrañeza y una desconfianza a la narrativa y a los recuerdos. ‘Si te abusaron a los 12 años, ¿cómo te vas a estar acordando recién ahora a los treinta y tantos? ¿No lo habrás imaginado? Y dos, cuando empiezan a aparecer los recuerdos, tienen la característica de que son muy fragmentados. Como no fue integrado en la narrativa de la persona es muy difícil poder decir, sí, pasó tal cosa y después tal otra, porque sucede una disociación, una especie de cortafuego interno como mecanismo defensivo que tiene el aparato psíquico para poder tolerar esa experiencia. Ello hace que sea difícil poder hablar de eso de forma coherente, lo cual en términos hasta judiciales es súper problemático”, precisa el Magíster en Psicología Clínica.
“El proceso terapéutico es en parte acercarse, como tomando la temperatura del agua, para que la persona pueda tener una experiencia tolerable de empezar a hablar, explorar y vincularse con ese dolor, para después, en el mejor de los casos, integrarlo en una narrativa para poder hablarlo, simbolizarlo, hacerlo parte, para que no quede excluido de la historia como algo que disrumpe la narrativa y la biografía del sujeto”, concluye el director del Diplomado de Acompañamiento en Situaciones de Trauma de la Universidad del Pacífico, Camilo Barrionuevo.