A 21 kilómetros de la Base Bernardo O'Higgins, ocho efectivos de la Armada reconstruyeron por tercera vez la baliza “Islote Montravel”, una de las 67 señales marítimas que se esparcen por el Territorio Antártico Chileno para dar seguridad a la navegación.

Este trabajo es parte de un proyecto de renovación de señales que lidera la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas (Dirsomar) en el Territorio Antártico Chileno. El Transporte AP-41 “Aquiles”, que se encuentra desarrollando la Campaña Antártica 2015/2016 de la Armada, fue la unidad escogida para apoyar esta obra de ingeniería que debido a su alto grado de riesgo, demandó la participación mancomunada de toda la dotación y del personal en comisión a bordo.

La tarea consistió en señalizar el Islote Montravel, una roca redonda de 12 metros de altura, con una superficie estimada de 250 metros cuadrados, y que significa una amenaza para las embarcaciones que transitan por el continente blanco debido a su ubicación en el Estrecho de Bransfield, el paso obligado en demanda al sector de Rada Covadonga, en la Península Antártica.

Este accidente geográfico albergó por veintiocho años en su cima una baliza respondedora de radar, y que por las condiciones meteorológicas extremas en la zona resultó destruida en dos oportunidades. La nueva señal posee una altura de cuatro metros y fue situada en el sector más elevado del islote, con la finalidad de no ser cubierta con hielo.

Por la altura de Montravel, el traslado del material debió realizarse con la ayuda de los dos helicópteros Bolkow que el “Aquiles” lleva a bordo, los que ejecutaron durante tres días 55 vuelos para transportar la carga desde el buque hacia el islote, compuesta por 4.000 kilos de ripio, 3 mil de arena y 504 kilos de cemento.

Respecto a la complejidad de desplegar medios en la Antártica, el Jefe de la Partida de Construcción de Faros del buque “Aquiles”, Teniente 2° Ricardo Ovando, explicó que “la meteorología es analizada dos veces al día para poder verificar los parámetros de operación de las aeronaves, botes de goma y de la skua (barcaza transportadora de contenedores). No son extraños los vientos que pasan desde los 10 a los 70 km/hr en un lapso de una hora, lo que afecta a las operaciones limitando el tiempo de trabajo efectivo para concluir la tarea”.

El Sargento 2° Juan Carreño, servidor de la Gobernación Marítima de Punta Arenas, y con 18 años como especialista en señalización marítima, es el encargado de llevar a cabo en terreno la faena de construcción de la señal.

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Destacó que la maniobra más compleja que les tocó vivir “fue perforar parte de la superficie rocosa para anclar dos pernos de un metro de largo, destinados a sostener la base de concreto. En este proceso participaron dos personas, quienes tardaron aproximadamente media hora en cada perno. Otra tarea dificultosa, fue elevar la baliza de 300 kilos sobre la base construida, debido a que implicó un gran esfuerzo físico y de ingeniería por parte del equipo. El proceso constructivo tardó 17 horas, en un escenario donde el intenso viento generaba una sensación térmica cercana a los -10° C”.

Este trabajo es parte de un proyecto de renovación de señales que lidera la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas (Dirsomar) en el Territorio Antártico Chileno, el que alberga un total de 67 señales destinadas a brindar seguridad a la navegación. Durante los meses de verano, las señales reciben mantención por parte de los buques de la Armada para su óptimo funcionamiento.

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